La dirigencia de la oposición criolla no se da a querer. No se gana el respeto que debe tener, como amerita cualquier oposición seria en el mundo. Pero, como dijo el inteligente Cantinflas, ahí está el detalle. No es inteligente quienes pretenden asaltar el poder. Es más, el grueso del pueblo al que dice representar, no merece un “liderazgo” con un perfil tan fatal.
Henrique Capriles, uno de los mayores inmorales de ese sector, se opone al aumento al salario mínimo dictado por el presidente Nicolás Maduro. Se opuso a todos los anteriores. Se opondrá a los que seguramente vendrán.
Tal aumento debe ser del 400%, opinó, y uno se pregunta: ¿por qué no aumenta 400% a los trabajadores de la gobernación de Miranda? ¿será porque no sabe dónde queda? O como dijo el periodista Luis Guillermo García por VTV la semana pasada: ¿por qué no le dice eso mismo a Fedecamaras para que el sector privado que él representa sea el primero en dar el paso?
Como Capriles, el resto de la jauría anda en lo mismo con el referido incremento. Se une para atacarlo como se unieron durante el golpe de Estado de 2002, como se unieron durante las guarimbas de este año y como se han unido para arrodillarse ante las nalgas del imperio. ¡Qué diferencia con Aécio Neves, el rival de Dilma Rousseff!
Este señor, quien coqueteó con el poder por la vía electoral -como debe ser- rechazó por estos días “los llamados de aliados a derrocar a la reelecta mandataria”, puntualizando que “no existen motivos para solicitar la salida de la actual gobernante” expresa un despacho de la agencia Prensa Latina.
El derechista desechó la posibilidad de apoyar acto alguno contra el orden institucional que tanto sacrificio ha costado al hermano pueblo brasileño. “Fui el primero en llamar a la reelecta jefa de Estado para felicitarla”, recordó Neves, cerrando cualquier posibilidad de asociación para delinquir contra su Estado.
Seamos optimistas. No dejemos de soñar con el milagro de que algún día Venezuela cuente con opositores serios y patriotas.
¡Chávez vive…la lucha sigue!
