Como es del conocimiento público, Chino y Nacho decidieron no participar en el Festival Suena Caracas 2014, evento organizado por el Gobierno nacional, al que fueron convocados en su calidad de artistas.
La diatriba generada desde que se conoció la invitación y que debería disminuir con el desenlace citado, despertó nuestra atención y al contrario de banalizarla nos parece sano y útil expresar las consideraciones que al respecto nos dejó este capítulo suscitado en el mundo político-cultural de nuestro país.
En primer lugar, podríamos iniciar por evaluar la convocatoria a los dos muchachos. A riesgo de que la iniciativa fuese expuesta como un acto de debilidad ideológica, se prefirió la tesis de la inclusión, lo que parece sensato cuando, tonto sería negarlo, existe un grueso número de chamas y chamos que apoyan a la Revolución mientras mueven el esqueleto y lanzan alaridos cuando escuchan las voces y el ritmo juvenil del dueto.
Destacó también la reacción inmediata de quienes cuestionaron, y siempre lo harán, el hecho. Sólidos fueron sus argumentos. Muy respetables, como era de esperarse. No dieron cuartel, no lo pidieron y nadie se atrevió a ofrecérselos. ¿Cómo hacerlo cuando sabemos que, abiertamente, los cuestionados apoyaron las guarimbas que dejaron más de cuarenta muertos?
Nicolás Maduro puso el punto sobre la i. Como fino cirujano supo intervenir en el debate. No atacó nunca el concepto artístico de los rechazados pero los precisó con el llamado a querer y respetar la Patria. No se hable más.
Finalmente, y tal vez causando buena dosis de sorpresa como ocurre en las telenovelas, presenciamos la decisión de los involucrados de no asomar las narices en el Festival.
Como señalé al principio, el adjetivo que menos cabe en este lío es banalidad. Lo ocurrido evidencia que la Revolución posee altos niveles de madurez y que al contrario de parecernos a Batman y Robin cuando arreglaban todo con un ¡Recórcholis!, estamos obligados a cuidarla cada vez más. El desarrollo de lo sucedido nos dice que vamos por buen camino.
¡Chávez vive…la lucha sigue!
