No fue a Miraflores porque no lo invitaron pero ¿quién lo invitó al golpe de Estado?
El gobernador invisible de Miranda no acudió este domingo a Miraflores. No le paró a la reunión del presidente Nicolás Maduro con gobernadoras y gobernadores. Poco le importó que se tratara del primer encuentro del año nuevo.
A ciencia cierta, poco extrañó su ausencia. Llamativa hubiese sido su presencia. No obstante, lo que más impactó fue la razón de su no comparecencia. No fue un ataque de caspa ni de estómago lo que impidió su entrada a Miraflores. Tampoco el peinado que tal vez no le parecía apropiado para la ocasión y menos aún –por fortuna– un implacable asalto de Chikungunya.
Sin rubor alguno, como es característico en él y en sus compinches, confesó públicamente su irresponsabilidad soltando un desequilibrado "no me invitaron". Impresionante alegato.
El país entero sabía de esa reunión entre tan altos funcionarios, pero él no. O mejor dicho, sí pero no lo invitaron. Y como no le pasaron tarjeta, hizo como niño de pecho: pataleó, rezongó, lloró pero no dio su brazo a torcer. "Si no me jalan, no voy", le faltó decir.
A través de la prensa, o posiblemente valiéndose de algún pana bien informado, supo luego que los peajes retornaron a la administración de los estados, Miranda incluido, por supuesto. Y que el dinero a recaudar debe ser invertido en beneficio de los pobladores de cada región. En este caso, a favor de quienes votaron por él.
El reclamo del gobernador invisible amerita ser registrado entre los récords más curiosos de nuestra historia, no sólo por lo etéreo de lo que está impregnado, sino por algo más interesante aún en materia de convocatorias: ¿quién lo invitó a dar el golpe de Estado el 11 de abril en 2002?, ¿de cuál material era la tarjeta de invitación que recibió en tal sentido?, ¿acaso fue vía mensaje de texto?, ¿por señales de humo?, ¿vasitos de plástico o desde oscuras conspiraciones?
Todas estas preguntas quedarán sin respuestas, lo sabemos. Lo único cierto es que una vez más dejó en claro cuál será su conducta también en 2015.
¡Chávez vive…la lucha sigue!