El glorioso pasado de César Miguel o cómo acabar con el absurdo que hoy reina

Que abuso ese de Conatel al poner en entredicho, en comunicado público, la nacionalidad de César Miguel Rondón. Más que un abuso es un “absurdo”, como el mismo César Miguel, brillantemente lo expone.

Cómo se le ocurre a este régimen que este eminente periodista y locutor, por haber nacido en México, no es un venezolano de pura cepa. En su inmediata respuesta deleita contando como circunstancias ajenas a su voluntad lo llevaron a nacer en México, por allá por los años de dictadura perejimenista, para llegar a Venezuela al fin de la dictadura y hacerse el venezolano más puro de estos tiempos.

Claro, que se puede esperar de un gobierno donde el mismo presidente, aunque nadie lo haya demostrado aún, tiene un oscuro pasado que no deja que su nacionalidad esté del todo esclarecida. Especialmente entre la gente pensante del país.

¿Por qué el presidente que gobierna este país no se ha atrevido a hacer lo que sí ha hecho César Miguel Rondón, confesar que nació fuera de Venezuela?. Sencillamente porque inmediata quedaría demostrado que no puede gobernar, más allá de lo que diga la constitución. La constitución y las leyes sirven, en el caso de César Miguel, para justificar que él es venezolano por nacimiento, pero no para Nicolás Maduro, que aunque sí nació en territorio venezolano, no tiene el linaje y pedigrí de César Miguel, por lo que el último nunca dejará de ser un hijo de “colombianos” sin glorioso pasado adeco, como el locutor de Unión Radio.

Olvidan los del régimen que gobierna que ser ahijado de Andrés Eloy Blanco, además de hijo de diputado adeco, le abrió puertas a César Miguel que lo llevaron a ser el venezolano más puro que exista hoy, independientemente donde haya nacido. Porque además él aprendió en la “democracia adeca” a respetar.

Que no se equivoquen los del régimen metiéndose con este exitoso locutor que no callará “sus verdades” y al que no lo derrotarán señalándole que no nació en este país. Él es el venezolano más puro que se puede encontrar en estas tierras y a pesar de la tristeza en la que hoy lo han sumido, batallará hasta sus últimas consecuencias para acabar con “estos tiempos absurdos, crueles, oscuros, injustos, terribles y miserables que vivimos”. Sólo la vuelta al glorioso pasado de la democracia adeca, que César Miguel añora, hará posible el fin del absurdo que hoy reina en el país.



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Juan González


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