Un olor pestilente e intenso a golpe de Estado es lo que nos ha venido sofocando, cada día con una mayor intensidad, a quienes vivimos en esta Patria, desde que la oposición venezolana logró el resonante triunfo en las elecciones legislativas del pasado 6 de diciembre.
Para algunos sectores de esa oposición, esa victoria no se reconoce como un hecho circunstancial dentro de la dinámica de una democracia auténtica, como sucede en cualquier otra parte del mundo que se precie de tener políticos serios y respetuosos de las leyes y normas que la regulan, pues eso de asegurar una vez que se la obtiene, que se destituirán a los integrantes de los otros poderes del Estado, como efectivamente lo dijo Ramos Allup al ser designado presidente de la AN, al ponerle fecha de caducidad al cargo del Presidente de la República, diciéndole al país que en seis meses Nicolás Maduro será removido, llueve truene o relampaguee, hace patente la muy baja estima que se tiene por la democracia que está diseñada de forma muy clara en la Constitución Bolivariana de Venezuela.
De otro lado, no sólo su bancada, la que, aduciendo ser mayoría, se dispone, sin tener la competencia para hacerlo, a sustituir a los integrantes del TSJ por considerarlos espurios, pasando por encima a lo previsto en el artículo 265 de la Constitución Bolivariana, sino que un personaje como Eduardo Fernández, viejo dirigente del partido y corresponsable de la larga noche del puntofisjismo, le anuncia al país en artículo divulgado el 29 de enero pasado en el diario Últimas Noticias, bajo el título: ¡Gobierno nuevo ya!, que debido a que los mecanismos constitucionales para el logro de ese objetivo resultan inservibles, porque su aplicación impone largos meses de espera y el país clama ahora mismo por el cambio de gobierno, llama a que sea el propio Maduro quien se propine un autogolpe y con el apoyo de la llamada “sociedad civil”, entendemos que se refiere a esa misma que auspició y provocó el Carmonazo en 2002, forme un gobierno que lo reemplace y mediante esa salida, acabar, sin más demora, con esta tragedia chavista.
Igualmente, el pasado 27 de enero último, en el diario El Nacional, Carlos Blanco, adeco de pura cepa, hace unas reflexiones que apuntan a lo mismo, a la muy pronta salida del gobierno de Nicolás Maduro y pronostica que ello debe suceder en los próximos meses, así como que quien lo sustituirá, lo asegura, será el vicepresidente Aristóbulo Istúriz, a quien dice conocer muy bien por haber hecho con él aquel programa muy visto de la televisión que se llamó “En blanco y negro” y sobre el que, agrega, se le dio término porque Istúriz fue designado por Chávez ministro de Educación.
De manera que estas voces hay que escucharlas. Responden a políticos influyentes de una derecha que le ha hecho inmenso daño al país y que no han dejado ni un segundo de conspirar, más allá de que ambos sujetos lo nieguen. A Fernández lo delatan los videos en Miraflores del 12 de abril/02, durante el goce y disfrute de la toma del poder por Carmona Estanga y a Blanco, la propia Maricori Machado, la que, como sabemos, es corresponsable, junto a Leopoldo López, del Plan La Salida (enero/julio del 2014), el cual dejó el trágico saldo de 43 personas asesinadas y casi 900 heridos (muchos de ellos quedaron minusválidos de por vida), lo reconoce como uno de sus asesores de mayor confianza.
Oído al tambor. Hay que mantenernos muy alertas ante estas voces que no son de ultratumba, son reales confesiones de que está en marcha una estrategia golpista que viene con todo y ese todo, no hay por qué dudarlo, incluye la intervención de marines gringos y bandas mercenarias integradas en mayor proporción, por paramilitares del vecino país.
Y cerramos con esta vieja expresión que dice una verdad del tamaño del universo: "En guerra avisada, no muere soldado..."
