La intelectualización del odio

El lamentable artículo “Sin Chávez y sin chavismo” de Daniel Romero Pernalete es una horrorosa oda al odio que abunda en Venezuela. En dos “lúcidas” definiciones de lo que él considera “chavismo” Romero Pernalete da riendas sueltas a la enorme frustración que le produce la infructuosa y mal llamada “lucha política” de la oposición venezolana.

Si “chavismo” es una “subcultura nacional perversa”, como dice nuestro amigo, entonces sería una aventura peligrosísima el tratar de definir “punto-fijismo”, “adequismo”, “copeyanismo” y el sinónimo de todos, “escualidismo”, sin tener que deshonrar el idioma castellano.

Si “chavismo” es una forma de “malinterpretar” el mundo, una manera “viciosa” de ejercer la política y un modo de “malvivir” la vida, ¿cómo pudiera llamarse entonces el intentar destruir a un país para “salvarlo”?

El paro “cívico” fue una manifestación verídica de que tan invertidos son los “valores” de la oposición al gobierno venezolano.

Luego, Daniel Romero Pernalete “personaliza” su indignación con la realidad que lo agobia. Al mismo tiempo que descarga su ira, inconcientemente enfatiza las razones que le dan vida a esa realidad.

En seis definiciones DRP hace un esfuerzo admirable en deshonrar a los “chavistas”. O en otras palabras, “a todo ciudadano venezolano que por una razón u otra mantiene una posición política contraria a la de la oposición”.

Para Romero Pernalete cualquier venezolano, rico o pobre, que no simpatiza con la oposición es, primero que todo, corrupto:

“Ser chavista es creerse con el derecho a conectar las agallas a las arcas del estado. A través de las numerosos canales de la corrupción, para los de arriba. O, a través de la limosna recurrente, para los de abajo.”

También somos egoístas, tanto los de arriba como los de abajo:

“Ser chavista es cubrir con una leve capa de preocupación social el afán egoísta por obtener atención y prebendas personales. No importa si se es ministro o dirigente vecinal. Si se lleva unas charreteras doradas o una franelita roja.”

Todos somos asesinos:

“Ser chavista es criminalizar la disidencia. Demonizar al adversario. Creerse con licencia para matar política o moralmente. Y hasta físicamente. No importa si el verdugo se escuda en una toga o se esconde debajo de una boina roja.”

Cínicos:

“Ser chavista es usar el cinismo como instrumento de trabajo. Mirar la paja en el ojo ajeno y no ver la viga en el propio. Utilizar una moral de goma para medir actitudes y comportamientos. No importa si el predicador tiene rango vicepresidencial o es un simple alcalducho.”

No podía faltar mediocre:

“Ser chavista es premiar la medianía y maniatar el ingenio. Exaltar bandolerismos y embadurnar derechuras. Alimentar el vicio y ahuyentar el talento. Liliputizar el entorno para sentirse Gulliver.”

Tampoco podía faltar antidemocrático:

“Ser chavista es no creer en el consenso, sino en la imposición. Es asumir que sus fines justifican sus medios. Es negar la democracia. Es gatear de espaldas al porvenir. Es vivir regurgitando viejas ideologías.”

El no ser dueño absoluto del poder político en un trauma psicológico que ha afectado la capacidad de razonar de algunos en la oposición. Hablan de recuperar el poder político confundiéndolo con “rescatar a Venezuela”. Daniel Romero Pernalete no es la excepción.

La solución que ofrece este opino-pensante al “problema” que sufren él y la oposición es la misma que han propuesto algunos foristas de Internet con mucho menos capacidad intelectual. La “solución” es básicamente la eliminación física tanto de Hugo Chávez como de todos aquellos que hayan sido “contaminados”.

Las palabras de Daniel Romero Pernalete no se prestan para ninguna otra interpretación:

“Todo intento de rescatar el futuro de Venezuela, pasa por la erradicación del chavismo como cultura.”

“De poco vale anular a Hugo Chávez y seguir conviviendo con sus excrecencias.”

Todos conocemos algunos sinónimos de “anular”. “Sus excrecencias” somos nosotros, ¡millones de venezolanos!

Es muy profundo el resentimiento con el país que les ha dado la espalda después de cuarenta años de relación “amorosa”. El mismo Daniel Romero Pernalete reconoce que decir esto es ser “duro” además de “intolerante”. Pero insiste en que “la única alternativa es un país sin chavismo” .

Con la revelación de estos “profundos” conceptos también queda al descubierto la imbecilidad de “intelectuales” embrutecidos por el torpe empeño en reñirse con la historia.

Sin embargo, hay que darle una pizca de crédito a la “intelectualidad” de Daniel Romero Pernalete. Él mismo afirma que “el chavismo no es la simple identificación emocional con un líder carismático” . Eso es correcto.

Chavismo es el epílogo de un pasado infame que no volverá. Chavismo es el prólogo de un futuro mejor, de ciudadanos aventajados y una Venezuela superior. La realidad política en Venezuela es inocultable: habrá Chávez para rato y “chavismo sin Chávez” para mucho más.

Y como la verdad es que después de todo todos somos intelectuales de una manera u otra, aquí les dejo algo para pensar:

Muchos en la oposición piensan que Hugo Chávez es el que ha incitado el odio entre los venezolanos porque antes de 1998 ellos “amaban” a ese chusmero.

¡Dime que piensas de eso Daniel Romero Pernalete!

¿Piensas ahora que la intolerancia, más allá de cierto límite, deja de ser una virtud?

¿Debería el gobierno de la República Bolivariana hacer uso de esta “opción”?


elio@vheadline.com


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Elio Cequea


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