Definitivamente, hay un cambio en el escenario internacional que favorece a Venezuela, expresado en la Organización de Estados Americanos con la votación a favor de evaluar la actuación de Luis Almagro, secretario de ahí, por su parcialidad tanto con la oposición venezolana, ahora mayoría en la Asamblea Nacional, como con el injerencismo estadounidense hacia nuestra nación. A continuación expondré lo que visualizo en ello.
Quedó al descubierto que, para promover acciones golpistas, existe una campaña de desprestigio contra Venezuela por parte de la Mesa de Unidad Democrática, en alianza con los ejes derechistas de Madrid, Bogotá y Miami- Washington; sus títeres en Latinoamérica, caso Paraguay y la dictadura de Temer, y sus medios privados parcializados.
El objetivo de esa derecha nacional e internacional es derrocar al presidente legítimamente constituido Nicolás Maduro para lucrarse, una vez que permiten el saqueo de las riquezas de nuestro suelo, del barril de petróleo regalado y de convenios internacionales, en los que nunca resulta favorecido el pueblo venezolano.
Luego, la oposición venezolana perdió mucha legitimidad en la OEA, y demostró que prefiere sabotear las soluciones del Gobierno Bolivariano –por ejemplo, cuando demoniza los Comités de Abastecimiento Local- antes que resolver los problemas.
Esos opositores que desestabilizan con libreto en mano perdieron tanto espacio que John Kerry expresó su intención de diálogo con el mandatario venezolano: quedó en evidencia la ineptitud de ese sector y su modo fraudulento de actuar, como las firmas chimbas para activar el Referéndum Revocatorio.
Después de Hugo Chávez, con la creación de la UNASUR, la CELAC y el ALBA, hay un camino recorrido en la política internacional, para priorizar el respeto de la soberanía y la independencia de los pueblos, que todos los acuerdos partan de ahí, y no del golpismo y la intervención.