El pueblo tiene paciencia y trabaja, pero aquella tiene sus límites. El gobierno lleva 17 años solicitándole dialogar a la Oposición, pero ella no lo entiende; lo que quiere es que salga Maduro como ayer sólo quería la muerte de Chávez, y lo hizo con tanto fervor que los cristianos antichavistas iban a misa a pedirle a “Dios” la muerte del Presidente.
Así de feroz es su odio popular cuando se les derriba a sus antiguos patronos de la servidumbre, de los artesanos de la Cuarta República: los fabricantes, comerciantes, amas de casa y políticos populistas que paliaron el problema del desempleo nacional abultando sin límites la burocracia del país y fomentando y toleraron la corrupción de los trabajadores.
Muchas personas se arrogaron el papel de empresarios para conseguir ayudas del presupuesto nacional y municipal. El resultado ha sido el Endeudamiento Público inducido desde dentro y desde afuera.
El diálogo al que los invitó Chávez y hoy lo sigue buscando majaderamente el Presidente Maduro, diálogo que tenazmente es para que, como empresarios privados, se dediquen a lo suyo, a producir privadamente, a seguir contratando asalariados, a seguir viviendo a lo burgués, fabricando plusvalía, a seguir enriqueciéndose, sólo que, como la mayoría de los empresarios privados no son ni han sido tales empresarios, sino simples rentistas parasitarios, se hallan de partida incapacitados para convertirse en auténticos empresarios, y de allí su negativa a coparticipar en el progreso del país con un gobierno que les permite seguir como dueño privado de medios de producción y de capital dinero, pero con una administración pública que no le sigue designado para cargos ministeriales desde donde disponer a su antojo del Erario Público, desde donde comprometer al país con créditos públicos de disfrute personal tal como se lo permitieron los gobiernos e la IV República.
