Fue tanta la importancia que los medios le dieron a la nueva arremetida que a través de un comunicado lanzó la CEV, contra el gobierno revolucionario, que tan solo el NAZIONAL, tenía que ser, le dio cobertura en su portada.
Nuevamente en su papel, más de partido político de oposición que de organización, que como cúpula de la militancia católica del país, tiene la jerarquía eclesiástica y que no es otra distinta a la de mantener la unidad en torno a la fe cristiana y la fidelidad a los principios del evangelio, por parte de quienes fuimos bautizados en ella, arremete contra un gobierno que por sus ejecutorias, ha demostrado estar más cerca de las enseñanzas evangélicas que lo que están estos prelados, que deberían actuar como verdaderos guías espirituales del rebaño de Dios y no contribuir como lo han venido haciendo, durante el tiempo que este proceso lleva junto al pueblo, contribuyendo con su conducta a aumentar la brecha de la polarización y la división, incluso a niveles de las familias venezolanas.
No hay que hurgar mucho, para entender el porqué de esa conducta, abiertamente contraria a lo que los pueblos esperan de quienes se supone están obligados a orientar, antes que desorientar, a unir antes que desunir, a predicar el amor y la reconciliación, antes que atizar la violencia y la guerra, al colocarse al lado de quienes han mantenido una conducta generadora de muerte y destrucción, no solo de vidas y bienes, sino de la economía del país.
La actitud de la organización eclesial que se ha bien ganado la designación de partido político de derecha, es tan abierta y descarada, que supera con creces la de muchos partidos legalizados ante el CNE, al presentar argumentos tan falaces y rebuscados, que dan pie para dejar de lado cualquier consideración, que en otras circunstancias, de manera normal, merecerían por su investidura, lo cual han perdido por caer tan bajo en sus expresiones tan mitómanas, y faltas de seriedad, que lo que muestran es que han sido tan ciegos, sordos y mudos que no han percibido y menos valorado el enorme bienestar que esta revolución ha traído, especialmente con las misiones, a un gran número de familias venezolanas, por cierto, la gran mayoría creyentes en la palabra de Cristo y quienes seguramente, no dejan pasar desapercibida, la incomprensible actitud de esta especie de clan cupular de nuestra Iglesia.
Para poder entender las razones que impulsan a estos personajes a actuar como lo hacen, solo hay que comparar el cumulo de privilegios que tenían en la cuarta república y que con la Revolución vieron disminuidos, pues era imposible mantener su condición de grupo cargado de prebendas y de un poder omnímodo, simplemente porque a los gobernantes de turno les convenía el silencio de quienes en sus tiempos, conservaban aún cierto grado de ascendencia, sobre el pueblo cristiano y no habían llegado a los niveles de desprestigio a que han llegado, no solo en este país, sino a nivel continental y más allá.
La silente respuesta de los medios ante su ultimo panfleto que a manera de comunicado ha publicado la CEV, da pie para afirmar que pareciera que no se han dado cuenta que ya no son punto de referencia para casi nadie y que si se les toma en cuenta, no es para otra cosa distinta a la de colocarlos en el lugar que se han buscado, como un grupúsculo de personajes, que pretende fijarle pautas a un gobierno, que en mucho ha demostrado, estar más cerca de Cristo que ellos, que son a quienes le debería tocar esa misión. Pobres “hipócritas y sepulcros blanqueados” en su fachada, pero cargados de malas intenciones que priorizan lo terrenal sobre lo divino, lo material sobre lo espiritual. Simplemente la negación de lo que ha de ser un sacerdote que pretende se le reconozca como representante de Cristo en la tierra.