Admiro y sinceramente a veces envidio la facilidad con que juegas con la palabra escrita. Sin embargo, mis sentimientos no son los mismos respecto al uso que le das a tan extraordinaria habilidad. Tienes una enorme destreza para adulterar la realidad con palabras.
La polvareda que levantas en tus resentidas proezas literarias te coarta la visibilidad. Quizás también te limita en tu capacidad de discernir con claridad.
No me refiero a tu insistente defensa a la burlesca candidatura de El Conde. Tampoco me refiero a tu ataque despiadado a Laureano Márquez, el tragicómico intelectual “de fino humor culto”.
Tomaré prestadas algunas de tus epopéyicas combinaciones de palabras para que me puedas entender. En tus incursiones dialécticas eres muy bueno, brillante y denso, pero esta vez, como Laureano, también te fuiste de bruces.
Usted mi estimado era uno que, como confiesas, prefería a un estadista para sustituir a Chávez. Tu apoyo a la candidatura de El Conde o a un personaje parecido era algo imposible solo días atrás. Hoy es una realidad.
Cosas como estas solo lo explica el desespero.
El Conde tiene cero de estadista. Lo mejor que le he escuchado decir respecto a su estilo de gerencia ha sido, “chirulí con chirulí y arrendajo con arrendajo”.
Por otro lado, y en esto haces énfasis, él es muy “diferente” a ti.
Al distanciarlo de tu “linaje” dices que, “solo el 10 por ciento es como nosotros”. Te referías a Laureano y a ti. El resto, el noventa por ciento, “es como Er Conde”.
Como escritor sabes la diferencia entre decir “es como Er Conde” y decir “es como Benjamín Rausseo”. Respeto está implícito en solo una de estas dos expresiones.
Pero no te sientas mal por eso. Ese cuento mental del “linaje” lo tienen muchos ciudadanos de nacionalidad venezolana. En consecuencia, y lamentablemente, eso es parte intrínseca de la lucha “política”.
Afortunadamente, gracias a esta lucha política, poco a poco en estos últimos años se ha ido definiendo quien pertenece de verdad a la tierra de Bolívar.
Mi estimado, se que no fue su intención pero usted mismo lo dice es su respuesta a Laureano: “esta tierra de Chávez, de Er Conde, y accidentalmente nuestra”.
Si te consideras “accidentalmente” venezolano, ¡A mi no me llames compatriota!
No se si te lo han dicho, pero la palabra escrita es el producto de las mas profundas emociones del alma.
¿Con que derecho acusas a Laureano Márquez de ofensor de dignidades?
Por un lado te refieres a Arturo Uslar Pietri como, “nuestro gran Uslar”. Asumo que quisiste decir el Uslar de Laureano, el tuyo y el del 10% que se parece a ustedes.
Por otro lado, a Andrés Velásquez lo reseñas simplemente como el “líder obrero de Guayana”.
¿Tú releíste lo que has escrito estimado Alberto?
Yo fui obrero en Guayana. Para mi y otros obreros de la época, Velásquez era “nuestro gran líder obrero de Guayana”. Todavía lo fuera sino se hubiese vuelto loco. Al pobre le llenaron la cabeza de “alcurnia”.
También acusas a Laureano de aristócrata despreciando al plebeyo.
No se te olvide que cuando de casta se trata, tú te identificas más con Laureano. Que tampoco se te olvide que ustedes dos, los de abolengo, y El Conde, “el del 90%”, por ahora juegan para el mismo equipo.
“Ustedes” juegan para ese equipo que, como dices, quiere sustituir a “ese cavernario militar facistoide mostrenco” que arruina tu vida.
¡Que vaina Alberto Franceschi!
No se como lo hubieras expresado si estuvieras viviendo en un país con un poquito de libertad de expresión.
Elio Cequea
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