Con toda mi alma deseo, como el grueso de mis compatriotas, que la derecha cese la violencia. Que entienda que jamás tuvo opción de derrocar a Nicolás Maduro, inundando de sangre las calles y de dolor los corazones de los familiares de las víctimas. Que la única vía para acceder al poder, es la electoral. Que le están negados, los atajos. Que basta de sacrificar la vida de inocentes, como Fabián Urbina, quien el 19 de junio dejó de existir luego de resultar herido mientras atacaba a la Guardia Nacional Bolivariana sobre el distribuidor Altamira. Pero, ¿por qué me detengo en este caso? Veamos.
Tengo la sensación de que no trascendió con la fuerza que requería, una declaración recogida por El Nacional en torno a tan deplorable hecho formulada el mismo 19 de junio por la coordinadora del partido Vente Venezuela, VV, en Turmero, estado Aragua, María Teresa Clavijo. Tampoco la aseveración que el mismo rotativo plantea sobre el desplazamiento del joven a Caracas. Como ciudadano de esta República, como padre, como militante de la vida y como soñador del país que merecemos, tengo derecho a plantear las siguientes preguntas y compartirlas con ustedes.
¿Por qué la amiga de María Corina Machado, jefa de VV, conocía tantos detalles de la vida del menor de edad, caído en una acción sin sentido? ¿por qué estaba al tanto de la operación de codo a la que había sido sometido, una semana antes? ¿cómo sabe que el chico fue “siempre un guerrero, un combatiente decidido a luchar por la libertad”? ¿hasta dónde su partido estuvo involucrado en el destino final del adolescente que apareció en la capital?
Al mismo tiempo, El Nacional afirma que el muchacho se presentó en Caracas “en respuesta a la convocatoria de la MUD para manifestar”. La pregunta es: ¿acaso la MUD sufragó los gastos de un pasaje sin retorno?
Ah, antes que lo olvide: ¿por qué Fabián corrió la peor parte, mientras que Clavijo sigue (por fortuna) sana y salva? ¿acaso lo dejó a su suerte en la lucha “por la libertad”?
¡Chávez vive…la lucha sigue!