En realidad no creo que quienes se han lanzado dizque a tumbar a Nicolás Maduro sean ciegos, en realidad no lo son y lo que si parecen tener de verdad, es una cualidad cerebral golpeada, que les impide pensar con claridad.
¡Algo ocurre con ella!
En primer lugar, hay que repetirles lo que muchos les dicen, es decir, que no van a lograr nada que se les parezca a lo que piensan. En segundo término, deberán entender que, ya en todas las parroquias y en los más variados sectores, se fortalece la conversa sobre la Asamblea Nacional Constituyente, como se ha estado haciendo en miles de escuelas venezolanas.
Eso debe estar siendo repetido en todo el país y, si no se ha realizado esa conversa sobre la venidera Asamblea Nacional Constituyente en algunos lugares o regiones ha sido porque las autoridades no han terminado de entrarle a los grupos que andan quemando, rompiendo y ocasionando desastres.
Y miren que he escuchado expresiones de personas que no lo pensarían dos veces para responderles a los desfachatados que andan asesinando, maltratando y generando destrozos.
No es porque no se disponga de la capacidad para hacerlo, de lo que se trata es que las autoridades venezolanas no van a caer en el juego de las bandas que están siendo financiadas por la oposición, por supuesto con el apoyo económico de la Derecha estadounidense.
Hoy día los sectores militares, policiales, inteligencia y contra-inteligencia están mucho más preparados, con mayor conocimiento que en el pasado, además de tener una visión amplia, profunda sobre la vida, la sociedad, la nación, acerca de nuestra historia, los hombres que dieron sus vidas por la patria, el humanismo, la sensibilidad y solidaridad social y el respeto por las personas.
No escribimos acerca de los tiempos en los cuales tres personas no podían andar conversando, porque cuando menos los esperabas te llegaba un agente de uniforme o civil, los interrogaba y los separaba y los conminaba a que cada uno tomara una dirección distinta. Escribimos de este tiempo violento, pero al que hay que enfrentar de otra manera, para no caer, como indicamos antes, en el juego opositor.
Si de repartir piñas se tratara, otro sería el color de este paisaje. Siempre recuerdo los bailes de carnaval en la parroquia La Pastora, a la que acudían bailadores de Manicomio, Lídice, casco de La Pastora, San José, Los Frailes y otros sectores de Catia y cuando menos uno lo esperaba, los bailarines se apartaban para dar paso a dos o más que se enfrentaban a golpes.
También recuerdo que había una dependencia naval frente a la plaza y a veces intervenían los marinos y también a veces veíamos saltar por el aire a más de un casco de los policías navales. Es más, siempre hubo peleas callejeras en todas las parroquias; en ocasiones salía un grupo de golpeadores de un barrio para otro, a enfrentarse al mejor peleador del sector visitado. Nunca me olvido de las peleas de la calle El Carmen de Manicomio. Eran unas tremendas repartideras de golpes, porque a veces también se caían a puñetazos los acompañantes de quienes peleaban en primer lugar.
Lo que trato de decir con todo esto, es que en toda Venezuela y particularmente en Caracas, el miedo está muy lejos, escondido, no tenemos nada que ver con él. Pero así como el miedo está en su escondite, quien ha entrado en escena es el crecimiento de la conciencia de los venezolanos y por ello no responderá como lo quiere la oposición. Cuando le toque responder, lo hará y bajo sus propias condiciones y su acertado liderazgo.