“La fe no pudo nunca derribar montañas
como vulgarmente se afirma. Por el contrario,
es capaz de colocar montañas donde no existen”
Friedrich Nietzsche
El conocimiento que en Maracaibo, tuve de los hermanos Álvarez Paz, fue de principio indirecto, por ser unos pocos años de diferencia, menores; por ser estudiantes en el Colegio de los Hnos. Maristas donde se hicieron amigos de mi hermano Gustavo o por lo menos “conocidos”; por mi amistad con Eloy Párraga Villamaría, quien me hablaba mui bien de un hombre que ha demostrado ser de una sola pieza, el pediatra Jesús Ángel Paz Galárraga que era un colega mayor que quien escribe i que, al graduarme, él i Ángel Emiro Govea, tenían fama de ser los pediatra mejores de Maracaibo, conocidos además por su dedicación a los pobres a quienes se decía no cobraban por sus servicios. Los hermanos Álvarez –no creo haber conocido a su padre- me decía Eloy, eran hijos de una hermana del doctor Paz. Luego sabemos la historia de Paz Galárraga al lado del maestro Prieto Figueroa soportando la traición de Rómulo Bethancourt i la gran división cuando surgió el MEP (Movimiento Electoral del Pueblo), perdiendo sus mejores hombres i dejando los que, cuando tuvo oportunidad el “policía sangriento” de Rómulo, Carlos Andrés Pérez, comenzó la degeneración del pretendido “partido del pueblo”, lema que se dice provino de Guatire, cuando el joven comunista adolescente, salía por las calles del pueblo.
Resultó entonces que, de madre i padre adecos, los hermanos Álvarez, fueron conocidos aquí, no tan famosos como los de Caracas por sus arepas, uno fue copeyano, i el otro de adeco pasó a mepista. Empero, el “socialcristiano”, el que venía ya atiborrado de dogma cristiano, consiguió en el fundador del COPEI el Santo Patrono de su vida de Delfín, en el Dr. Rafael Caldera un dogmático de uña en el rabo, soberbio, petulante i con fama de intelectual, fervoroso devoto de las misas, los Te Deum i las corbatas. Oswaldo Álvarez Paz, solamente admitía como seres dignos de adoración, a su Dios Trinidad, especialmente Cristo, i al doctor Caldera, i tenía que competir con otros delfines, entre los cuales un hombre gris, sin ideas, pero con locura por la presidencia de la República, se lanzaba siempre prematuramente a la candidatura por el partido; ese era Eduardo Fernández, que se autodenominó el “Tigre”, cuando nunca llegó i a cunaguaro o gato montés. I digo “era” porque, aunque Caldera fue matando uno a uno a sus delfines (más que aquella mortandad de estos mamíferos marinos en oriente) Fernández de por sí, hace años que es un “cadáver viviente”, nulíparo en ideas.
Para Oswaldo, Rafael Caldera era la montaña sagrada, nunca hubiese imaginado querer derribarla, sino arrastrarse siempre hasta ella; la fe, el dogma cristiano, la confianza política, lo hacía eunuco en ideas nuevas. El dogma es dogma i se acabó. El pecado es el pecado i se acabó. El sumiso tiene que ser sumiso i de acabó. Como buen copeyano i fervoroso cristiano llegó a Gobernador del Zulia, donde le traté ocasionalmente, nos saludábamos en la universidad i en algún acto político al cual asistí como representante de la Academia de la Historia, tal como uno acontecido en La Rita, donde me dijo la mentira de que leía mis artículos en PANORAMA; otra vez me envió una tarjeta para una cena en honor a un copeyano (valía 6.000 bolívares en aquel tiempo, i no fui. La tengo guardada como testimonio) i creo que una vez nos encontramos en Caracas, cuando preparaba una exposición de pintura que hice en el Congreso, por gestión de mi amigo pintor Pedro Vargas. Por lo demás debía saber que me calificaba siempre de independiente de los independientes pero sobre todo, anti copeyano, por ser un partido que utiliza la religión para que los crean buenos i son peores que los adecos. I en esa gobernación pasó sin pena ni gloria, excepto su prestancia en los clubes, jugando tenis en el Náutico; bebiendo en todas partes i devoto también de Juancito el Caminador i de allí hacia arriba en las etiquetas. Cuando Arias, el 4 de febrero, tomó la residencia oficial, lo consiguió durmiendo porque rezó hasta tarde antes de acostarse, dice el pueblo. No me consta. Parece que, después de coquetear con la revolución, a su hermano mepista le fue mui bien en el Banco Industrial, aunque mui mal al Banco. I de pronto, en la debacle del crápula CAP, el paso del historiador que firmaba sin leer, i las nuevas elecciones, el Santo Patrono se fue contra su “viejo partido”, pateó más que Pelé i Maradona juntos, hizo discursos anticopeyanos, fundó un chiripero i se ganó la reelección. Su Delfín de ayer perdió parte de su fe, volvió a ser monoteísta; hizo una campaña gris i sufrió una derrota presidencial poco después. Tomó los rumbos que no llevan a ninguna parte; estuvo detrás de la Coordinadora Democrática, se mezcló con cristianos i paganos, hizo una ensalada mental de ideologías i parece que casi es devoto del nazifascismo. ¿Qué le pasó a ese cerebro? Se descompuso tanto como el de Pablo Medina, Pompeyo Márquez, Enrique Mendoza…o ¡Antonio Ledezma que ya es decir, el colmo!
Actualmente no puedo imaginar qué ideología, qué metas, qué ideales de patria, qué espera del futuro, un hombre que puede escribir un deplorable artículo desde su columna Pasando el Puente, como esa llamada a la oposición para “Abrir bien los ojos”. Uno juzga por lo que tiene presente. Ignoro si la fe lo ha vuelto abstemio o sigue ajumado, pero lo que si parece es que le ha puesto como obstáculo una montaña de odio irracional, al ver que ya todo ha pasado i que Venezuela, quiéralo o no, es otra i que tenemos un presidente de verdad que va a hacer reelegido en elecciones absolutamente limpias (no como todas las de AD i COPEI) i que tenemos uno de los sistemas electorales más avanzados del mundo i posible de certificar sus datos por miles de observadores como no se ha hecho en ningún país del mundo, mientras con absoluto descaro (estás consciente que mientes) inicias ese pobre escrito, con esta ridícula i falsa expresión: “En elecciones limpias y transparentes Manuel Rosales le ganaría por paliza al señor Chávez”. Esto basta para que no me moleste más en señalar tus locuras o tus odios. En alguna parte dices. “¿Miento? ¿Exagero? Si amigo Oswaldo MIENTES I EXAGERAS como un ignorante o un malhechor de aldea. Sabes que Manuel Rosales no calza puntos ni para los cargos que ha desempeñado i que pese al respaldo del Imperio, una afrenta a tu patria que toleras como mal venezolano, como indigno hijo de la patria del Libertador, no tiene la menor oportunidad i que posiblemente es parte de un plan conspirativo para impedir unas elecciones que por la lógica más elemental (no te digo lógica simbólica o matemática porque ni debes haber oído hablan de eso) tienen perdida. De modo que tu artículo, tu fe descarriada, tu odio anticristiano, tu rencor de fracasado, te hace Mentir i Exagerar para sumarte a la conspiración contra la soberanía, la libertad i la felicidad de tu pueblo. ¿O no perteneces a él? Por eso, pese a nuestras diferencias ideológicas, te creía inteligente, pero eres del montón de los que sacrifican sus conocimientos i la racionalidad, por el odio i la venganza. Te adjudico 79 en el índice de inteligencia de Binet.