Luego que descansé un par de semanas del teclado y del computador, vuelvo con las baterías cargadas. Sin embargo, escribí un par de artículos justos y necesarios dada la marramucia opositora cipaya diaria electoral. Hay mucho qué decir sobre la actuación de los cipayos opositores en las últimas semanas. Es todo un banquete. Comienzo por supuesto con el cipayo que encabeza la lista actual. Rosales, en su intento desesperado para que suba un poquito sus números en las encuestas, en vez de hacer gracias termina haciendo morisquetas.
El hombre es bruto con B MAYÚSCULA. En vez de llegar a los barrios con alegría, llegan disparando, lanzando piedras y botellas contra la población. Se lleva a un grupete de escuálidos del este con él y siempre que va a un barrio o pueblo se arma una sanpablera. El cipayo vocifera desde ya que habrá fraude si él no gana el 3 de Diciembre. Quiere utilizar como carta blanca a Miraflores una tarjeta que llamó “mi negra”, pero él y sus secuaces tendrían la dorada. Creen que pueden comprar conciencias a través de “tarjetas negras.” Rosales todavía no se ha percatado de que el pueblo despertó y hace tiempo. El andino secesionista del Zulia, que pretende que el horno le dé peras, que dice que “haigan” tantos pobres en un país tan rico, disco que se le requeteralló de tanto repetirlo en las últimas 3 semanas, que no sabe hablar y mucho menos pensar y que además recibe estrictos lineamientos de Mr. Brownsfield como buen cipayo que es, vivirá la derrota más aplastante de su vida en los próximos comicios.
Busca apoyo de estrellas estrelladas como la gusana cubano-venezolana de Malinche Conchita Alonso, quién por cierto parecía que le iba a dar algo en el programa de Granielito. Su naríz estuvo exageradamente inquieta durante el programa y tuvo como tres conatos de desesperación. Llegué a creer que la mujer iba a salir corriendo del estudio. ¿Será el talco o el cerebro ya se le fundió? De lo que sí sufre es de prurito grave cada vez que vé a Chávez o a Fidel por una pantalla. Me recordó al maníaco compulsivo de “Monk”. Son tantas las brutalidades dichas y hechas por este hombre en lo que va de campaña que terminaría mañana con este texto. La crónica de la derrota anunciada de Rosales es obra de él mismo. Sólo hay que ver cómo va su campaña: De mal en peor. Es tan bruto que no se ha dado cuenta que sus asesores gringos han cavado el hueco dónde se enterrará el 3 de Diciembre. Con asesores así, ¿quién quiere ser presidente?