Cuando alguien quiere debatir tiene que buscar un contendor de su nivel, de lo contrario esta expuesto, si hay desproporción, en vez de combatir hacer el ridículo ante los espectadores.
Un debatiente además se supone tiene que tener un coeficiente de raciocinio medio, que le permita establecer diferencia de debate, de antemano la palabra lo dice, si no se tiene clara la proporción de igualdad la confrontación se hace dispareja.
EL HOMBRE QUE EMPUJA no debe sentirse retado, porque quien lo esta retando no es contendor, de aceptarlo bajaría de nivel y su liderazgo estaría abusando de un debatiente que no es tal.
Un debatiente desde tiempos antiguos, siempre ha sido una persona entrenada, respetada, no se puede permitir la posibilidad del ridículo, porque todo el mundo lo ve y no hay manera de esconder la debilidad o la fuerza.
Cuando se quiere debatir, se analiza al retador y en el estudio se buscan las posibilidades, y amenos que se tengan otras intenciones se puede plantear un debate desproporcionado, con trampa escondida, por ejemplo, si se que el debatiente es más preparado que yo, podría usar burrundanga, pero si los espectadores se dan cuenta que utilice sustancias prohibidas, seguramente me verán ganar pero sabrán que soy un tramposo y entonces mi triunfo será mientras dure el efecto ,porque cuando se pare el contendor y se le valla encima al contrincante hará con su vida peras al horno en un canto de ballena.
Mejor busco otro contendor, este hombre que empuja se ve demasiado entrenado y tiene el público a su favor.
Además, combate no es lo mismo que debate.
