«Las autoridades venezolanas, han advertido que la vida de Guaidó corre peligro como mandadero a manos de sus amos, quienes podrían sacrificarlo por considerarlo más útil muerto que vivo».
La historia está llena de reyes, presidentes y gobernadores autoproclamados; si buscamos en la literatura también encontraremos muchos ejemplos, algunos de esos personajes reales o literarios marcaron época, otros quedaron como protagonistas de alguna anécdota hilarante, de algún chiste de sobremesa.
Cuenta la Biblia que, Adonías, hijo de Jaguit, se confabuló con Joab hijo de Sarvia y con el sacerdote Abiatar, reunió a sus seguidores y parientes junto a la peña de Zojélet en Enroguel y se proclamó rey de Judá a espaldas de David.
Don Fernando de Guzmán se autoproclamó, «por la gracia de Dios, Príncipe de Tierra Firme y Perú», ignorando la obediencia al Rey Felipe de España. Guzmán no estaba dispuesto a compartir las riquezas del mítico Dorado con ningún rey de allende el Atlántico.
La Inglaterra de la segunda mitad del siglo XV era un país sumido en un caos de intrigas y alianzas cambiantes. Dos bandos irreconciliables, los York y los Lancaster, libraban una lucha a muerte por el trono. Los reyes autoproclamados se multiplicaban; hombres y mujeres ambiciosos pujaron duramente por la corona.
En su obra El mal menor, Maruan Soto Antaki nos cuenta la historia de Joshua Abraham Norton I, quien se autotituló Emperador de los Estados Unidos y, luego, protector de México, a finales del siglo XIX.
Según reseña Misión Verdad, una crónica publicada por Orlando Avendaño en el reaccionario PanAm Post afirma que «la figura de presidencia interina de Juan Guaidó surgió en una reunión en la sede de la Organización de Estados Americanos (OEA)». Según Avendaño, en ese encuentro del 14 de diciembre, el secretario general, Luis Almagro, Julio Borges, Leopoldo López, María Corina Machado y Antonio Ledezma concibieron que la jugada maestra de la oposición antichavista sería impulsar un «gobierno de transición».No han faltado las bromas. Un tal Anacleto Panceto anunció en Twitter: «Yo, Anacleto Panceto, me autoproclamo Jefe de Estado Español. Avisad a Rivera, Casado y Abascal para que me apoyen». Débora le siguió la rima: «Si digo que me autoproclamo presidenta de Argentina, ¿quién me sigue?
Jaos Now, desde su perfil en Twitter se autoproclamó «archiduque del imperio austrohúngaro y Prusia, que me han dicho que Trump está reconociendo líderes mundiales así a lo loco». Inna Afinogenova se autonombró emperatriz de Rusia. Luis Monta se autoproclamó «presidente interino» de Ecuador; Monta se une así al colombiano Alejandro Muñoz y al brasileño José de Abreu, quienes se han declarado mandatarios de sus respectivos países en tono humorístico. Monta propuso un programa de vacunación contra la traición: «Todos los recién nacidos, niños, niñas, jóvenes, tendrán que vacunarse para conseguir un país libre de traidores».El «autoproclamado» presidente de Venezuela, Juan Gerardo Antonio Guaidó Márquez, sabe que la condición de diputado no le otorga impunidad, tan solo inmunidad. Guaidó es un ciudadano que enfrenta un procedimiento penal, que recibió una orden clara y expresa, la cual desconoció, cuando un ciudadano ha incumplido una medida de prohibición del país, lo que corresponde al Ministerio Público es solicitar a la autoridad judicial que revoque la medida cautelar por incumplimiento, o que la autoridad judicial proceda a hacerlo de oficio, tendiendo, lógicamente, a utilizar una medida de mayor peso en contra del ciudadano que desconoció la orden recibida.
Debe esperarse el pronunciamiento de las autoridades y evitar construir un escenario sin contar con los elementos necesarios, «porque lo que se espera es una decisión de justicia, razonada y ponderada de conformidad con la ley».
El caso Guaidó reúne todas las características, tiene todos los componentes del tipo de operación preparada por la C.I.A. para derrocar a gobiernos que no le son afines-Ahora, como parte de la obra, un sabotaje eléctrico deja sin electricidad varias regiones de Venezuela y, sin haber pasado cinco minutos, Marco Rubio sale a la palestra a hablar de caos, de ingobernabilidad en Venezuela.El nuevo títere imperial cumple una orden estadounidense: la de provocar a las autoridades venezolanas para procurar su encarcelamiento. Su propia integridad física está en juego, «las autoridades venezolanas, han advertido que la vida de Guaidó corre peligro como mandadero a manos de sus amos, quienes podrían sacrificarlo por considerarlo más útil muerto que vivo».