Don Pacho

Don Pachuco Pachuca, admirador consecuente de los Discursos emblemáticos del Henryto Allup, porque decía, que no había hombre en las filas de Acción Democrática que hubiera asimilado al pie de la letra cómo se hablaba a sus copartidarios como lo fue el padre de la Democracia Don Rómulo seguido a posteriori por su hijo putativo don Carlucho.

Pero Don Pacho, se le ocurrió un día sentarse frente al televisor, de verdad no tenía porque lo había vendido por no ver las cadenas presidenciales, y cual fue su asombro ver que su partido se había dividido.

El lema de Don Pacho era Adeco es Adeco hasta que se muera.

Pero Don Pacho estaba triste por aquella división, porque él aprendió a dividir en la Misión Robinson, más ése tipo de división, para él le causaba un desaliento que le llegaba a hasta la médula de su alma adeca. Le había dividido el alma y el espíritu.

Adelante a luchar milicianos, a la voz de la revolución… era una estrofa del himno que jamás se le habría olvidado del partido del pueblo donde Don Pacho era miembro. Pero como todo tiene su final aquel amor imperdible hacia aquel partido llegó a su término, como cuando la novia le da Matica e’ café al novio, la separación si vuelta atrás, irreversible el acabose de aquella militancia.

Recuerda Don Pacho que el era uno que estaba en el llamado de la marchas del Ni un paso atrás, es en Miraflores que nos vemos. Había gastado todos sus churupus en comprar cajas de botellas vacías, gasolina para hacer las famosas bombas molotov y endeudarse con el dueño de la ferretería en el fiado de clavos y metros de Guayas. Todo lo hacía por el amor a la democracia.

Sin embargo, Don Pacho desistió de esa idea macabra de tumbar gobiernos porque los gringos lo mandaban. Y un día decidió lanzarse como candidato.

Él dijo para sus adentros; la última estará la vencida, pero no fue así. Esa experiencia fue más traumática que cuando era golpista y guarimbero. Su campaña fue un fracaso. Nadie pero absolutamente nadie lo acompañó. Su soledad era como el desierto de Atacama ni gota esperanza lo acompañó. Sus compinches lo traicionaron cuando todos le decían que era un triunfador pero en el fondo le decían falsedades. Las encuestas tenía que maquillarlas para que el mismo se metiera mentiras y decirle a los cuatro pelagatos que lo acompañaba decirle vamos mal pero estamos bien.

Nunca le dieron visa para visitar al Ratón Mickey, cuando ellos mismos se lo habían prometido. Se sintió traicionado por el tío Sam, no esperó esa traición fuera tan reptil.

Ahora Don Pacho está esperanzado que el nuevo secretario del partido del pueblo lo llame para ver si le da oportunidad de ser miembro de algo donde él fue fundador. Ya cansado viejo y acabado Don Pacho dice; las esperanzas son lo último que pierde.



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Marco Pedraza


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