Difícil cuantificar el nivel de la crisis que vive en este momento la oposición terrorista venezolana, que trata de desplazar al gobierno Chavista. Por la vía de la violencia, con ayuda de la Casa Blanca. Financial Times publicó una nota la semana pasada según la cual fuentes opositoras habrían develado que los cuatro principales partidos de oposición en Venezuela, planean liquidar el ‘gobierno interino’ que virtualmente preside el exdiputado rastrojo Juan Guaidó. Posteriormente, CNN aseveró que sus fuentes confirmaron información similar y que el mes de enero de 2023 sería la fecha en la que Washington, quitaría el reconocimiento de presidente interino, señalado como inexistente por la mayoría de los venezolanos. La veracidad de estas fuentes, así como de la factibilidad de que este escenario ocurra, lo determinante para el gobierno de los Estados Unidos, es que el exdiputado rastrojo Juan Guaidó, constituye un estorbo para la política imperial, qué hacer con cuadro político que tiene un rechazo del 83% y apenas un apoyo menor del 10%.
Inconveniente la presencia del interinato. Nadie pone en duda que las corporaciones mediáticas al servicio de la Casa Blanca, afianza la tendencia del debilitamiento del interinato. Donde se argumenta que la política diseñada por el demente Donald Trump, relacionada al interinato es contraria en la disputa Presidencial programada para el año 2024. Analistas políticos profundos en sus análisis solicitan que el interinato debe eliminarse antes de las elecciones parlamentarias programadas para el mes de noviembre, porque piensan que los resultados puede afectar al partido demócrata. La anterior gira del secretario de Estado de EEUU, Antony Blinken, por Suramérica confirmó modificaciones en el repertorio discursivo sobre la postura hacia Venezuela, si bien aún tímidas, lo suficientemente evidentes como para comprender que el enfoque viene transmutando.
El funcionariado estadounidense, sigue manteniendo la tesis que hay que cambiar urgentemente la dirección de gobierno en territorio venezolano, el exdiputado rastrojo Juan Guaidó, es un obstáculo para la normalización de relaciones económicas, para la apertura del mercado petrolero venezolano, y también para la concreción de una vía política que permita a la oposición entrar por el carril democrático. Todo indica que en este momento lo lógico es que las negociaciones deben ser directas entre la Casa Blanca y Miraflores, dejando de lado a los actores de la oposición venezolana.
El ‘gobierno paralelo’ es un obstáculo para la normalización de relaciones económicas, entre Washington y Caracas, para la apertura del mercado petrolero venezolano, y también para la concreción de una vía política, que permita a la oposición entrar por el carril democrático, y disputar unas presidenciales con un mínimo de condiciones que le permitan su competencia. Las acciones terroristas dirigidas por los gobiernos de los EE.UU y sus aliados a los fines de sacar al Presidente Nicolás Maduro, de Miraflores fracasaron, fueron derrotadas por el pueblo venezolano, bajo la dirección del Chavismo. La oposición venezolana, como polo de poder beligerante no cuenta con la fuerza suficiente para negociar con un adversario que le estima endeble y desalentado. Por ninguna vía se justifica la existencia del interinato.
El presidente Nicolás Maduro ha expresado la posibilidad de un adelanto electoral, lo que pone a la oposición en una verdadera encrucijada, ya que requiere de tiempo suficiente para desandar todo el andamiaje que aún marca el interinato. Por ello, si bien el desconocimiento del exdiputado rastrojo Juan Guaidó por parte de Washington podría facilitarle este tránsito, un adelanto electoral podría marcar su derrota definitiva si las elecciones llegan antes de la superación, de la división insuperable que tiene la oposición venezolana.
