¿Dónde andas Edmundo, que no se te ve por estos mundos?...Yo aquí, en mi querida Miami, en mi fabulosa mansión que compre con mi pensión, tomándome un tinto, sentado en la sala en mi cómodo y distintuiguido sillón Luis cuarto anglosajón, mientras por allá en Venezuela anda la sayona, enseñándole a todo el mundo la pancarta con mi ya silueta arrugada y prometiendo muchas cosas que jamás cumpliremos, como aquella, de decirle al pobre que capitalista puede llegar hacerlo…
Quien sabe, que algún día me apareceré por allí, haciendo el sacrificio, saltando charcas y besando malolientes viejitas, como aprendí de aquel gocho que con su leguyero parlante en sus tiempos, eso le dio resultado…
Apenas nos montemos en el coroto y una corrida haremos con todos esos mugrientos chavista, porque este país siempre ha sido y será nuestro…Ya tenemos la fórmula para el progreso resonante de nuestra amada Venezuela, entregándosela a los gringos para que hagan y desasieran…
Pero bájate de esa nube Edmundo la cosa no es como tú piensas, ya nosotros sabemos de tus cuentos, que estando por Argentina de embajador en aquel abril de una vez te alineaste con el usurpador y de tu ajuntadera con el Guaido y su complot y de tu odiado odio a las mujeres, a los indios y a los de color…
Por eso que tu Edmundo, ni tu titiritera la Cori posaran jamás y nunca sus asquerosos traseros en la silla de la presidencia…