DESDE CARACAS.- Estuvo el viernes pasado en el estadio de la Universidad Central de Venezuela (UCV) en Caracas y todavía está maravillada. Dice que nunca en su vida había visto ese estadio. Incluso no sabía que el país tenía una cosa tan bella. Que ella no había ido porque el béisbol es un juego propio de la chusma. De los chavistas esos que no estudian y se meten a peloteros y después, como no llegan a las grandes ligas, se vuelven fanáticos de equipos que ni siquiera sé cómo se llaman.
La joven y hermosa Cynthia Machado Zuloaga está linda, como siempre, y su sonrisa ilumina el centro comercial San Ignacio.
El dueño de una de las más importantes tiendas del centro comercial se acerca y la saluda, pregunta por su familia, y ella contesta que todos estamos felices, parece que vamos a volver al poder, porque cada día somos más.
Continúa conversando con el comerciante y de pronto le dice: -Ah, por cierto, amigo, conoce a este chavista, que todavía sigue creyendo en pajaritos preñaos, sí, se llama Roberto Malaver y nos vemos siempre aquí, porque no estoy dispuesta a acompañarlo a la esquina caliente que está en el centro.
Saludo a su amigo. El hombre sonríe. Escucho un apellido, algo así como Brillenburt. El señor me dice que está a la orden en su tienda, y Cynthia se muere de la risa y le dice, que por favor, cómo se te ocurre, para que Roberto visite tu tienda tendrá que robar mucho, pero mucho dinero, y él no es de esos. O a menos que yo lo invite y le regale una camisa de esas lindas de tu tienda.
El amigo sonríe y luego se despide. Cynthia se pone de pie y le da otro beso. En el momento en que se puso de pie, el mesonero se puso mosca para ver ese par de piernas que deslumbran de lo perfectamente torneadas y provocadoras.
El mesonero suspira y se pone las manos en la cabeza y Cynthia Machado Zuloaga, con toda la elegancia del mundo, vuelve a su silla, y con su sonrisa llama al mesonero y le pide otra botellita de agua Evian y luego, viéndome con su hermosa sonrisa dice: -y otro café para mi marginal favorito.
Señala Cynthia que está en pie de paz. Molto pacifica, Roberto. La guerra la quieren hacer ustedes. En el estadio universitario estuve sintiendo el poder joven. La valentía. La vida nueva. Así, amigo Roberto, vete despidiendo de ese montón de misiones que han creado, hasta el viaducto Caracas - La Guaira lo vamos a tumbar para hacer uno más cuchi, más nuestro, más haig tech, más american, más venezolano.
Me dice que pague y que la acompañe a su lugar secreto, un lugar pacífico, un lugar de paz, de mucha paz, es decir, de paz y amor, amigo. Y salgo abrazado a aquel cuerpo que encandila a todo la gente del centro comercial.
robertomalaver@cantv.net