El Presidente Chávez agarro la sartén por el mango y no lo suelta. Cuenta con el apoyo del pueblo y de los militares. Tiene la botija llena y, de ñapa, un adversario que no da pie en bola; fenómeno que a regañadientes acepta la Reacción Golpista.
Cómo estará de sobrado el Mandatario Nacional que llamó públicamente a sus archi rivales a debatir en la calle la Reforma Constitucional. Mientras estos maquinan la abstención como arma de lucha contra el referéndum, en una evidente demostración de pequeñez política.
El pueblo va a votar positivamente la reforma a la Constitución porque entiende que eso le favorece y porque cree ciegamente en su líder. Esa victoria anunciada y la aprobación del proyecto por parte de la Asamblea Nacional significa, según el grupo mediático que ataca al Jefe del Estado Venezolano, un golpe constitucional. Es decir un golpe constitucional que se inicia con la solicitud hecha ante el parlamento nacional.
La Reacción se desgañita señalando que Chávez pretende con su afán reformista eternizarse en el poder. De esa manera reconoce a cielo abierto que el pueblo votará siempre por él las veces que sea candidato presidencial. Pues la Reforma puede decir misa; pero quien elige es el soberano, el pendejo, con su voto. "Los pendejos, dice Facundo Cabral, son muchos y peligrosos; quitan y ponen Presidentes.
Cómo estarán convencidos los antichavistas de su segunda derrota refrendaria que aún estando el proyecto reformista en el horno los bichos amenazan con no presentar candidato a la Presidencia de la República. A esto el líder responde que si lo hacen elevará a consulta del Poder Popular reelección presidencial indefinida.
Chávez, con la Reforma, consolida su liderazgo y afianza el carácter socialista de su gobierno. Mientras sus sempiternos adversarios pierden la brújula centrando sus esfuerzos y sus reales en crear un "idílico" estado de ingobernavilidad que amerite la aplicación de la Carta Interamericana y el apostamiento de los marines en suelo patrio. En lugar de reagruparse.
y trabajar sobre la base de los cuatro millones de venezolanos que en diciembre no votaron por el Presidente.
Cuando Chávez fue reelecto en diciembre de 2006 los dirigentes visibles de la Reacción perdieron una oportunidad excelente de reivindicares y reivindicar a los nacionales que votaron por Rosales. Si en lugar de gritar fraude sin tener pruebas hubiesen convocado a una Rueda de Prensa Extraordinaria para reconocer sus errores y la contundente victoria chavista el país todo hubiere entrado en total calma, y ellos se hubiesen ganado un voto de credibilidad y de confianza. Pero no lo hicieron. Recuerdo el llamado que el Presidente le hizo en ese entonces a Eduardo Fernández para que asumiera ese rol. Pero el Tigre, en lugar de coger la seña, salió al terreno de juego cuestionando la transparencia de las elecciones.
Desde hace rato vengo diciendo que el rival electoral de Chávez tiene 7 años y cursa segundo grado. Un niño sano, despierto, descontaminado de los males sociales y políticos, que crece y se desarrolla bajo el manto de la Revolución Bolivariana. A lo mejor, amable y paciente lector, es uno de sus hijos. O del vecino. O de su compadre. O a lo mejor de un compañero de trabajo. Puede ser oriental, o andino, o caraqueño, o maracucho, o un veguerito. Pues ninguno de los visibles de la Reacción tienen vida con el líder. El soberano los califica más de lo mismo. Y la mayoría tienen genes cuartorepúblicanos.
Señores de la Reacción. Muy a pesar vuestro. Hay Chávez para rato.
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