El frustrado eterno candidato presidencial, Oswaldo Álvarez Paz, el ahora comandante de la Resistencia, Hermann Escarrá, don Antonio Ledezma y hasta Gabriel Puerta Aponte, de Bandera Roja, se juntaron para llamar, cada uno a su estilo, a la desobediencia civil como último recurso para frenar la Reforma Constitucional.
Nuevamente vuelven, sin cortapisas, creyéndose amparados en el artículo 350 de la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela, a las andanzas de agitación y pregolpe, a las cuales recurren cuando el Estado realiza un ejercicio de democracia y consulta popular, y ellos interpretan, como siempre, que el gobierno, el "régimen", como dicen, no tiene apoyo, que está "caído". Como niños que imaginan encontrar un gran tesoro, corren hacia la ilusión, a pesar de la advertencia de la señora razón, que les previene de la broma de sus fantasiosos cerebros. "¡Chávez está caído! ¡Corran!"
Cada vez que el gobierno bolivariano responde a su nueva naturaleza participativa y convoca al pueblo para que decida cualquier aspecto de la vida nacional, un cuarto de mundo se estremece, desde la Tierra del Fuego, allá en la Patagonia, hasta el Río Grande, allá arriba donde México y EEUU se juntan, pasando, lógicamente, por los nativos baluartes del subdesarrollo colonialista nuestros. La razón es muy simple: le temen al pueblo y ven en cada acto donde su presencia se manifiesta otra vuelta de tuerca sin retorno hacia un modelo de democracia que ellos están lejos de concebir dentro de sus pervertidos intereses de explotación. Ven la cosa peluda, porque sienten que están perdiendo la batalla derrotados por las mismas formas políticas que ellos utilizaron durante tantas décadas, viéndose cada vez más compelidos a actuar desde la ilegalidad, la oscuridad, utilizando para el ataque los mismos formatos que en el pasado utilizaran para la persecución, el exterminio y la guerra. El golpe de estado, la desobediencia, la amenaza de enguerrillar al país, el sabotaje.
Nativos y criollos -que los hay- saben que no hay vuelta atrás cuando ven al pueblo acostumbrarse a opinar, pues para ellos se trata de una masa que no pasa de eso, de ser una “masa” para batir sus cobres. Continentales vecinos también exudan intranquilidad: el ejemplo de la Venezuela en tiempos de Chávez constituye un factor de perturbación de la "paz" de los pantanos, donde tienen sumidos a sus pueblos, desinformados, esclavizados, en fin, explotados. Ello recuerda la preocupación del emperador Pedro I de Brasil en tiempos de Bolívar, a quien miraba con recelo cada vez que cabalgaba hacia los pueblos del sur para libertarlos.
Por supuesto, más arriba se estremecen también los gringos, porque notan con estupor cómo pierden una de sus granjas del patio trasero, aunque estos pajaritos norteños no se resignan así nada más y ponen el mayor terrón de arena para deponer la incomodidad de una democracia. Al día de hoy financian a la oposición completa y hasta participan directamente en acciones de golpe de Estado, como en el de abril de 2.002, y como ya hicieran también en el malogrado Chile de Salvador Allende, con cuya muerte imaginaron excomulgar para siempre cualquier intento de validar la voluntad de un pueblo.
En nombre de tan magníficos propósitos contra civilizatorios, el siglo XXI con su atesorado conocimiento científico y psicológico de manejo de las masas y osadía amoral, les ofrece la oportunidad de manipular de lo lindo a la persona humana, ofreciéndole un mundo de oscuridad y pasado como si fuera porvenir. "Volvamos, volvamos, que así vamos al futuro".
No dudan en echar mano de réprobas prácticas nazistas, cuya eficiencia se conceptualizó al calor de la sistemática tortura, y de locos intentos de poner el mundo patas arribas para lograr sus propósitos. Así, usted los ve mintiendo descaradamente, repitiendo mentiras como verdad hasta el agotamiento, simulando hechos punibles con claros fines desestabilizadores, embaucando a la gente con sus medios de comunicación, interpretando a su conveniencia, confundiendo a periodistas con opinadores, satanizando, delinquiendo como si cometieran delitos blancos, y adelantando cualquier abuso que de interpretación se pueda derivar de un generoso concepto de la democracia.
La forja de nuevos conceptos de ética y dignidad es también un carácter de los nuevos tiempos con sus demócratas. Es por ello que usted, estupefacto lector, bajo tal denominación podrá tener la oportunidad de presenciar inimaginables saltos de la fantasía, como, por ejemplo, conseguir guerreros griegos por ahí cuyo código de gloria consista en la traición y la huida en vez de una confrontación gloriosa; podrá presenciar la mezcla armoniosa de elementos tan incompresibles como el agua y el aceite, y, si fija bien la atención, podrá presenciar con toda seguridad a una gacela persiguiendo a un guepardo para devorarlo y a un mamut corriendo grácilmente con la crines revueltas en el viento.
Sólo así podrá entrar en el entendimiento que la causa golpista reúna a tan dispares figuras como Oswaldo Álvarez Paz y Gabriel Puerta Aponte en una declaración de llamado a la desobediencia civil, otrora uno el torturador del otro. ¿No recuerdan a este supuesto luchador por la causa noble de los derechos civiles, Gabriel Puerta Aponte, cuando fue torturado por la DISIP en el pasado? Bueno, fin de mundo, camaradas: ahora se da de manitas, sin vergüenza alguna, con uno de los íconos contra los cuales insurgió en aquella ridícula lucha guerrillera del pasado-la llamo así en cuanto a él, ícono del estatus de la cuarta república, Oswaldo Álvarez Paz. ¿Cómo entenderlo? Fajos de billetes norteños que compran la oposición contra el gobierno bolivariano. Son nuevos mandatos de conciencia y nueva militancia en, también, nuevos ejércitos.
Se paran frente a las cámaras, Hermann Escarrá el primero, y de las siguientes palabras constitucionales
”Artículo 350. El pueblo de Venezuela, fiel a su tradición republicana, a su lucha por la independencia, la paz y la libertad, desconocerá cualquier régimen, legislación o autoridad que contraríe los valores, principios y garantías democráticos o menoscabe los derechos humanos. “
derivan que el país tiene la potestad de incendiarse en la llama desestabilizadora, pues la independencia de acción de los explotadores de siempre se encuentra amenazada en el derecho que les asiste de ver escrito en los papeles de la ley su garantía del dominio. "No a la reforma" es ahora el lema para su llamado al bochinche, entendiéndose como reforma la amenaza de perturbar sus pantanosos lagos de prebendas.
Oswaldo llama a activar el 350 y Gabriel Puerta por allá, con las cicatrices de la tortura en el rostro, atina a consignar "¡y prendan las candelitas que el Ministro de la Defensa dijo que apagaran!"
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