El odio y las ansias de venganza que se ha exacerbado en distintos sectores de oposición, tras la pírrica victoria obtenida el 2 de diciembre de 2007, habla a las claras del “talante democrático” de algunos compatriotas que con cierta expresión de sadismo asesino espetan comentarios nada tolerantes en el Metro, algunas peluquerías y no pocas panaderías.
Este fenómeno puede caracterizarse como una especie de termómetro espontáneo que deja traslucir los niveles de veneno inoculados sistemáticamente por una plataforma mediática que ha demostrado ser en muchos casos demoledora. Buena parte de estas personas, ahora engolosinadas y envalentonadas por el pírrico triunfo se permiten vociferar a los cuatro vientos, lo que antes rumiaban silenciosamente con frustración y amargura.
Es fácil ver en sus rostros, que cuando profieren sus gritos de guerra, se representa en sus enfermas cabecitas una verdadera sangría de militantes y dirigentes rojos rojitos. Es evidente que se excitan con el guión cinematográfico de un film macabro donde ellos serán la raza suprema que blandirá el acero contra las masas de chabestias y chaburros en brutal degollina.
A esa venganza implacable se resume su proyecto de país. A esa violencia fratricida, que danza por sus cabezas permanentemente, condicionan ellos su felicidad y la de los suyos. La mezquindad y el egoísmo les impide ver más allá. Su caprichosa forma de interpretar y decodificar la realidad sólo les permite concentrar todo su odio en un personaje como Chávez y quienes le seguimos con convicción y optimismo.
A estas alturas no han entendido nada de conceptos como justicia social, se resisten a revisar con objetividad el desastre que fue este país durante toda la década de los 90, no entienden que el modelo planteado por la IV era insostenible. No son capaces de aceptar que estábamos montados sobre una verdadera bomba de tiempo que ha sido desactivada únicamente gracias al liderazgo de Chávez.
Estos infelices llenos de odio y espíritu revanchista son los mismos que se regodean con la escasez de productos básicos (en buena medida creada por una caterva de especuladores chupa sangre), o cualquier noticia negativa para el país como una eventual baja en los precios del petróleo.
El tremendo odio les impide ver que les guste o no estamos montados en el mismo barco y que si la nave se hunde ellos y muchos de sus familiares también sucumbirán en el naufragio. Tienen el ejemplo de Colombia crudito y vivito en sus narices pero tampoco lo ven. Quieren sangre y mientras más roja mejor. En esta tribuna aún no entendemos de qué tenemos que arrepentirnos los chavistas, ¿De querer una Patria justa y soberana realmente para todos?, ¿De sentir en carne propia el dolor por las injusticias causadas contra todo un pueblo, durante mucho tiempo?, ¿Si la memoria no me falla, en este pasado reciente no fueron ellos quienes dieron y aplaudieron un golpe de Estado criminal?, ¡No fueron ellos o sus pseudos líderes quienes sabotearon la industria petrolera causando pérdidas millonarias y han sembrado la desconfianza en instituciones como el CNE o el TSJ, siempre con una agenda inconfesable? Entre los funcionarios públicos del gobierno hay mucho que rectificar, revisar y reimpulsar, pero ¿estos tipos llenos de odio no deberían hacerse un Mea Culpa, o por lo menos una pequeña autocrítica?, ¿Usted que cree?.
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