¿Qué hay en la mente de un opositor cuando ante su propia incapacidad política de tomar el poder y hacer de él una herramienta de aseguramiento de su supervivencia política, decide que lo mejor es apoyar una invasión desde el extranjero para que le pongan el coroto en sus manos, ya que por las vías convencionales no lo consigue? ¿Creerá en todo momento que por su convicción política "patriótica" en contra de Chávez, su vida y sus intereses se respetarán por las tropas extranjeras en medio del desorden de la confrontación, convicción que a lo mejor imaginan que brillará como un sol desde lejos con el objeto de avisar y desviar el destino de las balas asesinas?
¿Qué harán? ¿Se concentrarán en el Este todos para que los invasores extranjeros los identifiquen y no se equivoquen, reduciendo la incidencia de los famosos daños colaterales de la guerra? ¿Marcharán? ¿Tomarán un arma en contra de los chavistas para alinearse con las tropas invasoras? ¿Suministrarán enseres, alimentos y la comodidad de un techo para aquellos que en algún momento de la contienda requieran un descanso? ¿Tratarán a las tropas como héroes, derrocadoras de tiranos, y llevarán las madres a sus hijas para que queden encinta de los genes salvadores, como se dice, mitológicamente, que ocurría con Bolívar durante sus travesías por el escenario de los países andinos?
¿Creerán los opositores que los invasores, en virtud de su poder militar digitalizado, no requerirán de la sangre de los suyos para defenestrar al "tirano", y que lo harán con pocas bajas propias, probablemente sin ninguna, dada la segura cobardía de sus paisanos, quienes se rendirían en las primeras de cambio? ¿No estarán al día con que la práctica de invasión gringa se soporta mayormente sobre la división interna del país a ser penetrado y sobre una necesaria guerra civil en el mismo, guerra que reporte una mayor debilidad del país en cuestión y un más fácil dominio extranjero? ¿Tendrán en consideración las siniestras estadísticas de las guerras gringas que, como en Irak, para tomar el ejemplo más reciente, muestran sus bajas en una proporción risible, esto es, 5 mil marines contra 700 mil civiles del país invadido?
¿Y sobre qué base llegará a la conclusión un opositor invasionista de que no recibirá un rasguño, ni en su cuerpo ni en su propiedad, libre de un equívoco extranjero o de un malestar nativo? ¿Es que poseen bodegas de armamentos en sus casas listas para reducir hasta el polvo toda una marcha de "patas en el suelo" hasta sus casas, cuando se les ocurra hacerles un reclamo? Y de "ganar", ¿prepararán después de su "victoria" un desfile cívico militar con las tropas extranjeras por la geografía y cerros de las zonas populares de Venezuela, intimidando, limpiando, quizás tomando nota de los lugares "chavistas" que otros “patriotas” les señale desde la calle? ¿Harán luego una razzia, humillarán para sentirse bien, devolverán todo a como estaba antes, cortando los nuevos retoños y regando nuevamente los troncos viejos?
¿No tendrán en cuenta hechos del pasado donde los gringos han actuado, barriendo barrios completos con sus bombas aéreas, como en Panamá, por ejemplo, e Irak y tantos otros lugres, en donde podrían morir, injustamente, los llamados "escuálidos"? ¿Considerarán como simples daños colaterales las inevitables vejaciones que la guerra opera sobre la población civil más desguarnecida, como las injustificadas muertes, las violaciones de mujeres y niños, las torturas, los secuestros, etc? ¿Por cuanto tiempo podría ser tolerable la memoria de los inherentes saqueos del patrimonio nacional que apareja la guerra, como ocurrió recientemente en Irak con sus museos de arte mesopotámico, mudados hacia metrópolis inglesas o norteamericanas?
¿Y una vez tomado el poder por sus huestes extragalácticas, como se distribuirá o manejará? ¿Llamarán a Pedro Carmona Estanga desde Colombia y a todos los patriotas que hacen vida común con los rebeldes cubanos en el Estado de Florida para que asuman los cargos, desde presidentes, vice, ministros, diputados, etc? ¿Se hará otra marcha de la "dignidad recuperada", consistente en que estos exiliados humillen pateando en la calle a los otrora identificados con la revolución bolivariana, una suerte de cola de escupidores antichavistas? ¿Configurarán nuevamente el poder los tradicionales representantes de la Iglesia Católica, como Baltasar Porras en representación del finado cardenal Velasco, los del poder económico, como hicieran los Mendoza y los Lamberti en enero de 1958, quienes integraron una junta de gobierno supuestamente militar? ¿Llamarán a elecciones proscribiendo nuevamente el Partido Comunista de Venezuela (PCV) y ahora el PSUV, elecciones estas donde solamente el poder se habrá de repartir, como en los viejos tiempos, entre AD y COPEI, con el agregado de Primero Justicia, Un Nuevo Tiempo y Globovisión, de cuya plantilla saldrán los nuevos ministros de comuniciación e información? (¿Volverá RCTV?)
¿Modificarán ipso facto la Carta Magna para voltearla toda hacia el pago de los favores recibidos de los EEUU, privatizando la industria petrolera y devolviéndole su antiguo estatus contralor a través de la reposición de la empresa Intesa, el viejo cerebro de PDVSA? ¿Retirarán a Venezuela de la OPEP y cualquier otra organización o convenio petrolero que afecte el alto precio de barril petrolero, de difícil acceso para los EEUU? ¿Se volverá, como antes, a pedir prestado para complacer a la banca extranjera y aparecer en los reportes progresistas de prestigiosas firmas y encuestas mercantilistas, sin hacer caso a lo que le ocurrió a Argentina cuando su crisis, quien figuró como país modelo del Fondo Monetario Internacional y otros entes hasta el último momento? ¿Se romperán relaciones con Irak, Rusia, Bielorrusia, China y se invitará a Álvaro Uribe para que también participe en las celebraciones del derrocamiento? ¿Conseguirán los paramilitares colombianos empleos como guardaespaldas en nuestro país?
Tal parece ser el telón de fondo de la alegría de la jauría que bate mandíbulas con los vientos de guerra augurantes de calamidades para Venezuela. Loca de emoción, principalmente por el capítulo actual de problemas de Venezuela con Colombia, la intelectualidad se ha lanzado a trabajar la matriz de opinión de la guerra como peso insoportable que este gobierno le depara a sus ciudadanos. Felices, se lanzan a medir las posibilidades de resistencia de nuestro breve país ante el coloso del norte y su odalisca latinoamericana, Colombia. En éxtasis, se burlan de la eventualidad de conformación de una fuerza militar defensiva en el contexto de la Alternativa Bolivariana para las América (Alba), donde el potencial de Cuba, Venezuela, Bolivia y Nicaragua, suma 4.000 millones de dólares en presupuesto militar contra 650.000 de los EEUU, como dando por hecho que el que es débil, débil es, porque ya la historia repartió en el mundo la cuotas de poder que iba repartir desde un principio, quedando el mundo dividido en pendejos y vivos . Ni más menos la cultura del vasallaje de los blancos criollos que, si realizan guerras de independencia, lo hacen sólo para sus exclusivos bolsillos, prefiriendo siempre entregar el país si las condiciones son adversas, como ha sido desde época colonial.
Y no es que se sea vasallo porque eventualmente se reconozca la objetividad de una desventaja, sino porque, en conocimiento de la fuerza de los medios de comunicación y las matrices de opinión que crean sobre las masas, se lanzan hacia los extremos para presentar a un país quebrado y seguro perdedor en una eventual guerra, creando una condición ideal de desconfianza en la población para alentar al enemigo. Como si se dijeran en prédica: "Si el país no es nuestro, no es de nadie". País portátil, como dice una obra de Adriano González Leñon. El propósito es que cuando lleguen la tropas extranjeras, aquí todo mundo salga en desbandaba, momentos en que ellos aprovecharían para tomar las riendas de la amada patria.
Los pájaros de mal agüero vaticinan una difícil supervivencia del gobierno presidido por Hugo Chávez sobre el contexto de un desabastecimiento que felizmente celebran al tener la certeza de que los empresarios y productores están resteados con el "golpe suave", al que ellos contribuirían hambreando el pueblo, plan llevado a cabo por la banca y los dueños de cadenas alimentarias. Los analistas políticos saltan de felicidad cuando se imaginan al pueblo suelto en la calle saqueando y desordenando el país, buscando comida, sobre cuyo caos, gustosos, extienden sus cálculos de la impotencia militar de un país como Venezuela contra los aventureros extranjeros, que ya picotean a través de Colombia. Parlanchines, emocionados hasta lo impúdico, se ventilan entre ellos, desde la radio hacia la TV y viceversa, la certera convicción de que el objetivo estratégico es ganar, por lo pronto, gobernaciones durante las elecciones regionales venideras, para luego dar el palazo final de atacar al gobierno central desde especies de cuarteles opositores de entronización local.
Y para ello, montados sobre la alarmista ola de la guerra en un país que supuestamente hambrea a sus ciudadanos, desastabilizan con bolas y grandes shows mediáticos, convirtiendo al país en un gigantesco consultorio de experimentos psiquiátricos. Con inimaginable fruición, se extienden a imaginar el futuro accionar invasor sobre la base predictiva del llamado Informe Balboa, en el que del modo más frío se describe cómo se irá deteriorando la situación económica del país bajo la conjugación de factores como Colombia, el narcotráfico, el alimentario y el petrolero, en cuyo contexto Chávez terminará feneciendo como el "peón sacrificado en una coyuntura energética donde los precios del crudo amenazarían los 100 dólares el barril". El paseo intimidante de la flota acorazada norteamericana en el Caribe suele generar orgasmos múltiples en la intelectualidad analista opositora venezolana.
Y ya, como si de una guerra se tratase, la cadena de noticias colombiana Caracol, tiene desplegado reporteros por doquier, metidos hasta en los más nimios problemas de la ciudadanía y el Estado venezolanos, se trate ya de un secuestro en Guárico, de una invasión en Caricuao, de una marcha el 4 de febrero o del asesinato de particular en una urbanización X. Cualquier situación es de aprovechable punta y el país consciente, en que se ama en su unidad y naturaleza patria, debe estar alerta.
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