Misión Milagro

El poder enceguece lo normal, pero cuando se suma a la chupadera de media o a la irreflexión, puede dejar totalmente sin visión a una persona.

Hace 10 años, por esta época, pocos dudaban del fenómeno que significaba Hugo Chávez, pero aún así los partidos tradicionales se preparaban para arrasar en las elecciones regionales y nacionales. Aquel año, se iba a celebrar en diciembre una megaelección. En medio de advertencias, tanto internas como externas, Copei y AD cometían grandes errores, aunque a la luz actual se podría decir que, hicieran lo que hicieran, 1998 era el año del quiebre definitivo del sistema bipartidista tradicional venezolano.

Muchas habían sido las señales emitidas por el pueblo: luego del llamado Caracazo, se aprobó la elección directa de gobernadores y alcaldes.

En las primeras elecciones (1989), el MAS y la Causa R rompieron el tubo adeco-copeyano en Aragua y Bolívar, respectivamente. En 1992 vinieron los intentos de golpes de Estado. En 1993, el "chiripero" de Rafael Caldera fue una gran campanada sobre lo que estaba ocurriendo. Aquel año, el candidato antisistema Andrés Velásquez gozaba de gran popularidad, al punto de que el resultado de esa elección fue reñido. La Causa R pasó de ser un movimiento con tres diputados a ser una bancada con 43 parlamentarios. En diciembre de 1997, todos los expertos apuntaban que, de seguir las cosas como iban, Irene Sáez, una candidata antipartido, sería presidenta de Venezuela.

Al iniciarse las mediciones en enero de 1998, tanto Chávez como Henrique Salas Römer (los outsiders) iban detrás de la ambulancia. Para mayo, la tendencia era distinta. En el Congreso decidieron separar las elecciones violando la recién promulgada Ley del Sufragio y Participación Política (diciembre de 1997), que prohibía cualquier modificación de las reglas de juego en los seis meses anteriores a un proceso.

El punto que me interesa resaltar con todos estos antecedentes es el hecho de que quienes siempre habían estado en el mando no quisieron ver o no valoraron en su justa dimensión lo que ocurría.

Que el poder enceguece, eso se sabe desde la antigüedad; sin embargo, aún siguen cayendo víctimas de este mal.

Encerrados en sus círculos, rodeados de jalamecates o de miedosos, inhabilitados para leer el signo de los tiempos, la historia se suele repetir para los que pierden contacto con la realidad. Afortunadamente para Chávez, aún él mantiene su conexión con la gente y cada día se afina más políticamente; pero la cuerdita que lo rodea no lo ayuda mucho. Parece que muchos de ellos están requeteciegos.

Creánlo o no, han pasado 10 años de aquel desalineamiento electoral y el soberano está lanzando varios mensajes.

No basta una operación Milagro para devolverles la vista a esa dirigencia.

Jaja. Mi tía Hortensia decía, según me cuenta mi madre, que la política era una cosa muy sucia. Sin embargo, ella no abandonaba la esperanza y se desempeñaba como dirigente de base, sin más aspiración que hacer el bien a los demás. No pude sino quitarle el polvo a esta expresión al ver el encuentro entre los presidentes Chávez y Uribe.

Ambos se reconciliaron; bueno para los dos países, pero una se pregunta qué pasa con aquellos que apenas Chávez abre la boca contra alguien lo secundan en los disparos sin pensarlo dos veces y después, cuando el Presidente recula o reflexiona, entonces se quedan con la lengua como inyectada de botox.

lreyes@cadena-capriles.com


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Luz Mely Reyes


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