Sus instrumentos favoritos, entre otros, es el trafico de influencia y la política del colchón. con el primero, alimentan a una mafia de gestores de oficio del mismo partido, que tienen los contactos oficiales para resolver los asuntos burocráticos en tiempo record y a un costo elevado en dinero para la victima. En el segundo caso, pisotean la dignidad de quienes por necesidad de solución de un asunto de importancia, les proponen el comercio de la carne o la solución del colchón. Para esos personajes, la discusión de contratos es el medio para ganarse unos reales fáciles a partir de la entrega de las reivindicaciones de los trabajadores. Políticamente las discusiones contractuales, son un medio por el cual se usan para tratar de acorralar a gobiernos o empresas publicas para obtener prebendas personales o grupales.
En términos de salud, trafican con los servicios y hasta presionan para cerrar las emergencias. Relativo a la educación, no les importa secuestrarles los derechos a la población infantil y juvenil, hasta manipulan los sentimientos de los padres y representantes, se asocian con las oligarquías, a fin de mantener al pueblo en la ignorancia y garantizarles de esa manera mano de obra barata para las industrias o tareas primarias, tareas que éllos mismos presentan como indignas.
Los sindicaleros. Esas alimañas aprovechadoras de las debilidades y desconocimientos de los trabajadores, son unos traficantes que solo piensan en su provecho personal. No tienen conciencia de clase, ni sentido de patria. Cualquier acción que les represente dinero fácil, es su causa. Durante los gobiernos de AD Y COPEI, lograron fortalecer sus intereses. En complicidad con los dirigentes políticos lograron llevar a Venezuela por un despeñadero, que por poco termina por desintegrarla y entregarla al imperio gringo. Éllos tienen incidencia negativa en la salud, educación, alimentación, servicios básicos, transporte y cuanta función social de importancia exista. Su responsabilidad termina cuando afecta el bolsillo. Se venden al mejor postor y hasta se ufanan de su mediocridad y sus posesiones materiales logradas a la sombra de los vicios.
Acabar con esas alimañas, es una tarea urgente de la revolución. Son un mal ejemplo para la población y para la humanidad misma. Esas carroñas, representan la punta de lanza de la podredumbre mercantilista en la sociedad, por parte de los elementos egoístas y avaros que se apoderan de todo a cambio de nada.
Todas las huelgas y manifestaciones que convocan esos sátrapas, deben ser condenadas por el pueblo. éllos, impulsan y cabalgan sobre la miseria y el dolor, los usan como mecanismos de sometimiento y de trafico de influencia a cambio de su posible solución.