La falange separatista que hace vida en el Zulia ha quedado acéfala al igual que la alcaldía de Maracaibo. El “Juan Charrasqueado” que la regentaba, o más bien desgobernaba, ha puesto pies en polvorosa sin reparar en nada, ni nadie.
Es curioso que tan sólo unos días antes de ponerse a “buen resguardo”, el filósofo tomara por asalto los medios de comunicación regionales espetando insultos y descalificativos, como el que está dispuesto a fajarse, “palmo a palmo y tolete a tolete”. Bien guapo pues.
“Chávez eres un cobarde y te voy a enfrentar en cualquier terreno, lo que pasa es que nunca andas solo”, gritaba a toda boca Rosales, simulando ser una suerte de híbrido entre Pedro Infante y Jorge Negrete. Lo que no dijo el muy pillo era que ya tenía las maletas preparadas para dejar el pelero.
La excusa para justificar tal incoherencia entre el dicho y el hecho ya la habían asomado sus secuaces de Un Nuevo Tiempo, mientras se desarrollaba su etapa de breve enconche o de mantenimiento a buen resguardo. Palabras más, palabras menos el argumento estriba en que no se puede confiar en la “justicia roja” y además “demócrata no se le entrega a dictador”.
Cómo dijo aquel otro filósofo de la CTV: el miedo es libre; lo que no debería ser tan libre son las bestialidades. A todas estas los medios de comunicación le han hecho la camita a Rosales, abonando la descabellada hipótesis de “la justicia roja”, para que la huída del charro sea haga más tragable entre la desamparada gente opositora.
Razón tiene el buen profesor Earle Herrera, cuando dice que, desde la óptica antichavista, se puede perfectamente cometer cualquier violación de la ley sin importar cuán grave sea. Baste con declararse abierto opositor al rrrrégimen, para que la absolución sea automática y pase usted de victimario a víctima, en cuestión de segundos.
Así es de bizarra esta oposición que tenemos. Para ellos no es importante adecentar las instituciones y aplicar todo el peso de la ley a los corruptos, estén donde estén y sean del bando que sean. Ellos son capaces de justificar lo injustificable con tal de atentar contra una institucionalidad, que aceptan sólo a ratos.
La corrupción es un cáncer que no puede gustar ni a chavistas ni a escuálidos. No puede haber una corrupción “buena” y otra mala. Si en verdad hay altos personeros del gobierno empantanados en casos de corrupción, ¿dónde han estado los líderes de oposición que hagan las denuncias responsablemente y con pruebas contundentes, como se ha hecho con Rosales? Hasta ahora los señalamientos contra personeros claves del gobierno no han pasado de la mera denuncia hueca y del chisme sin fundamento.
“Fulanita que es mamá del médico que atiende a Diosdado me dijo que el tipo compró todos los Bakery Delivery de la capital ó sutanejo que es jardinero en la mansión de 14 pisos, que se mandó a hacer Aristóbulo en plena isla de los Roques me juró y perjuró que el negro se la pasa tragando langostas, todos los días por allá”, en fin matrices, bolas y rumores que en su gran mayoría -como en el caso del Reverón que infundamente se dijo había comprado Jesse o el finado hijo de Alí Rodríguez al que asquerosamente tildaron de corrupto- han terminado por ser sólo eso: meras bolas y cuentos chinos, burdas patrañas puestas a correr de forma irresponsable y sin asidero alguno.
Esto para nada quiere decir que no exista el mal de la corrupción en la administración pública, al fin y al cabo es una herencia maldita del viejo Estado Liberal Burgués, contra la que hay que seguir luchando con denuedo y constancia. Pero en este problema la oposición no ha sólo no ha jugado un papel que le corresponde, sino que los medios han flexibilizado una lógica editorialista que sólo les permite ver o darle el seguimiento al tema cuando conviene políticamente.
Del filósofo no se podía esperar más nada, ya se sabe que es uno de los máximos exponentes de la irresponsabilidad y la falta de hidalguía, que campea en una clase política llena de odio y traición, lo que si era de esperar era un tilín de sindéresis entre medios y demás líderes de oposición.