Nunca asume la postura de payaso para llamar la atención. Como aquellos personajes que nada de interés tienen por decir a los venezolanos de ahora. Al contrario es como demasiado serio y ecuánime. Tanto que pareciera de otro mundo.
Cómo olvidar la denuncia temprana de Henry Ramos, antes que el Consejo Nacional Electoral ofreciese cifras sobre los resultados del referendo revocatorio presidencial. Y lo que es más, su oferta de presentar en horas, pruebas irrefutables del delito cometido, aunque todavía nada se había dicho; es decir, para ese momento no había delito ni el cuerpo del mismo. No obstante, antes que se produjesen los hechos, ya él les conocía al dedillo.
Llevamos varios años esperando que Henry Ramos Allup, uno de los pocos que hasta ahora haya hecho honor a aquello que Betancourt dijo, de “adeco es adeco hasta que se muere”, se decida a presentar las pruebas que, sobre todo, ofreciera sin que nadie se las hubiese pedido. Este esperar con atención y sin premura, es un reflejo de la respetabilidad del personaje.
Quizás, precisamente porque nadie las pidió y él, generosamente las ofreció, todo el mundo está todavía a la espera de ellas. Y le han dado todo el tiempo necesario, como sabiendo que el día llegará.
La espoleta. ¡Ah, la espoleta! ¿Quién no se acuerda de la espoleta, que siendo evidencia de un delito, justamente denunciado por Ramos Allup, éste sustrajo del escenario y la llevaba de aquí para allá como si fuese una comparsa?
Según la denuncia del dirigente opositor, a la casa del partido, estando él allá dentro, lanzaron una granada y casi le matan además de causar serios destrozos en el local. Menos mal que, por la orfandad de Henry y AD, en ese local más nadie había.
Tomó la espoleta, la que por cierto, era de una granada que nunca en su vida había explotado, pues estaba intacta, hasta reluciente y se la llevó adonde antes había acordado con los periodistas que siempre andan detrás las noticias que de la oposición emanan. Y montó aquel espectáculo que se hizo famoso. Y la frase, dirigida a un periodista, “Tu, a mi, no me vas a chantajear”. Años antes, Jaime Lusinchi, dirigente adeco, compañero de Ramos Allup, siendo presidente de la República, dijo a un periodista en tono amenazador: “Tu, a mí, no me vas a joder”.
Por cierto que los seriales de espoleta y granada explotada en otro sitio y en fecha anterior, son distintos.
Todavía, la policía y los tribunales esperan que Ramos, aparezca con la espoleta, la granada y consigne esas pruebas del acto terrorista por él denunciado a la prensa.
Como lleva tiempo sin presentar espectáculo, copar la escena y llenar centimetraje, volvió por sus fueros de denunciante sin pruebas, pero con la oferta de presentarlas luego.
Empezó, como siempre, por prometer que los datos que confirman sus denuncias los presentará más tarde. Por eso, dijo el dirigente de un dos por ciento opositor, ofreceré un expediente “con nombres, apellidos, datos y registros sobre las andanzas de los boliburgueses”. Según el periodista, con ello hizo alusión “a altos funcionarios del gobierno y allegados”. Pero eso no lo hará por ahora, sino más tarde. Mientras tanto, al suspenso creado con la oferta de presentación de las pruebas de fraude electoral, la espoleta y otras evidencias de terrorismo contra él y su partido, se le suma lo relativo a los delitos de quienes llamó “boliburgueses”.
Y en su peculiar estilo, como el mismo dijo, de “hablar del pecado nunca del pecador” y las respectivas pruebas, habló de delitos, prácticas corruptas, de funcionarios y testaferros, pero no mencionó a nadie en particular y menos exhibió nada que aquello respaldase.
Uno bien sabe que el denunciante no tiene prueba alguna. Como nunca las tuvo del fraude electoral en tiempos del referendo. Solo trata de llamar la atención y para eso, recurre al común expediente del político que nada tiene en el saco o lo que es lo mismo, qué decir.
Ramos lo que ha hecho es solamente salir a la superficie a tomar aire para volver al fondo. Es como el vampiro que sale de noche y duerme todo el día; la claridad, la luz le mata. Por algo ha sido pana de Rosales.
No obstante, Ramos Allup, haría un gran beneficio al país, al presidente Chávez y al proceso revolucionario todo, si esta vez no fuese el mismo hablador de paja, para decirlo con palabra de moda, y en verdad presentase sus pruebas.
Es larga la lista de acusados por corruptos, desde el seno del gobierno mismo o los organismos del Estado, a quienes él y sus compañeros de ruta han saltado a encubrir diciendo que son simples perseguidos políticos sin atender a las pruebas. La oposición sin sensatez, cordura ni respeto por mucha de su gente, a aquellas nocivas personas les ha cobijado y recibido como verdaderos héroes.
Por eso es de esperar que si Ramos, rompiendo con su tradicional comportamiento, presenta pruebas de verdad y hace posible que el Ministerio Público intervenga y demande ante los tribunales a personajes por él denunciados, éstos no aparezcan luego en las listas de los perseguidos y martirizados por el gobierno de Chávez que, con frecuencia la oposición, con la complicidad de Ramos, elabora y lleva a los organismos internacionales.
Entonces, que esos corruptos o “boliburgueses, no pasen a ser honorables ciudadanos.
Como Ramos Allup, ha demostrado seriedad y coherencia; cumple con todo lo que ofrece y nunca deja a nadie a la espera, uno no duda que pronto le veremos caminar con hidalguía, no hacia donde le esperan los periodistas prestos a difundir lo que diga, sino a los tribunales, portando toda la pesada carga de las pruebas que atesora.
Corruptos del país, boliburgueses o no, electoralistas, chantajistas, mafiosos y cuanto bandido haya, a correr que llegó Ramos Allup.
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