Es realmente asombrosa la capacidad de autodestrucción que tiene la oposición de nuestro país, pues lleva diez años errando y mostrando a cada instante una irracionalidad increíble, pues sólo ha querido ver en tan largo lapso, una realidad virtual que su gran poder mediático se encarga de diseñársela minuto a minuto.
El país todo conoce de sus garrafales errores, los cuales han sido de todo tipo y calibre (el golpe de Estado, el paro terrorista petrolero, la liberación de la plaza Altamira, las guarimbas, las denuncias alegres e irresponsables de fraudes electorales, tanto en el país como en foros y órganos multilaterales y paremos de contar, porque sería de nunca acabar), así como también que, por ello, cada día que transcurre menos apoyo interno tiene y ya muy pocos le creen fuera de nuestras fronteras, salvo, obviamente, los seguidores de la derecha internacional…
Lo ocurrido en Honduras y su insólita postura de apreciarlo como de un cambio constitucional de gobierno, mientras la comunidad mundial en general, lo ha calificado como un claro golpe de Estado, es quizás, su mayor error de los últimos tiempos, pues la muy poca credibilidad que pudiera aún tener en el extranjero, ahora si es verdad que la ha echado por el bajante de las aguas servidas.
Un presidente que es buscado en su casa en horas de la madrugada por fuerzas militares a plomo limpio y que, además, se le lleva secuestrado en su ropa de dormir en un avión de la fuerza aérea hondureña fuera del país, jamás podría ser tenido, en ninguna parte del mundo, como un evento parte de una acción constitucional para cambiar a un presidente electo por el voto popular, por otra persona.
No creemos que hace falta que abundemos en análisis mayores para apreciar allí esa inmensa torpeza de la oposición, la que a todas luces muestra ante el mundo una ceguera y una sordera totales, así como su muy clara postura ante los valores de la democracia y, obviamente, su indeclinable decisión de seguir montada en la estrategia de la desestabilización y del golpe de Estado en nuestro país.
Lo grave para si misma, es que ya se quitó de manera definitiva el disfraz y pareciera no advertir que muy difícilmente podrá argüir en lo adelante y ante cualquier escenario internacional, que sus luchas están signadas por una honesta defensa de la libertad y la democracia. Su objetivo, tal y como lo han dicho sus propios dirigentes y mentores, es resolver los asuntos de Venezuela a partir de "una dictadura por diez o doce o quince años" (Carlos Ortega y Manuel Cova en octubre/03)) o por una del tipo Pinochet (Plinio Apuleyo Mendoza, en el reciente encuentro en Caracas de los intelectuales de la derecha internacional).
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