Los niñitos de papá y mamá de las universidades privadas venezolanas que nunca protestaron por nada, porque siempre han tenido todo, fueron instruidos en centros de adiestramiento para jóvenes donde les enseñaron códigos y métodos para servir a organizaciones secretas en intentos por tratar de expulsar del poder a gobernantes que no convengan a los intereses de Washington, mediante la aplicación de los textos de Gene Sharp sobre la "no violencia" como base teórica de su estrategia, siguiendo al pie de la letra el librito de Otpor.
Como su objetivo fundamental es presentar al Gobierno como autocrático, violador de derechos humanos y represor de libertades, cuando salen a la calle con sus manos pintadas de blanco y sus nalgas al aire, como perros amaestrados, asumen cual energúmenos una actitud desafiante y de constante provocación contra los órganos de seguridad del Estado, buscando el enfrentamiento y en medio de trifulcas lograr que los camarógrafos y fotógrafos de los medios fascistas venezolanos obtengan tomas para darles amplísima difusión, haciéndolos ver como víctimas de una represión que no existe.
Por eso es recomendable que los organismos de seguridad constantemente lo tengan presente.
Claro, como los manitos blancas observan la gran difusión de sus acciones en los medios, sin saber que los están empleando como tontos útiles para generar desestabilización en el país, ahora víctimas del divismo mediático han decidido separarse de la raya que les producen los partidos políticos de la IV república para buscar alcanzar algunos escaños en la Asamblea Nacional.
Un gato más para el saco que se ha armado en la oposición para la escogencia de sus supuestos candidatos de la unidad.
Por supuesto, los manitos blancas, al mejor estilo de la ex diputada del parlamento italiano Ilona Staller, conocida como La Cicciolina, que ganó su curul haciendo la campaña con las tetas al aire, consideran que pelando las nalgas lograrán emular similar epopeya.
Ciertamente, la historia de las universidades está plagada de una ebullición juvenil en la que las luchas estudiantiles encarnan los cambios reales y profundos que requieren las sociedades, pero para ello juega un papel importante el arraigo a su origen eminentemente popular y la consubstanciación con las más nobles causas que buscan la redención social, no como es el caso actual en nuestro país, donde los niños de las universidades privadas desnaturalizaron la esencia de esas luchas y son financiados por organizaciones internacionales que siguen la receta del imperio para derrocar gobiernos antiestadounidenses con los métodos del golpe suave, a través de las conocidas revoluciones de colores.
Lejos de ponerse al lado de las más nobles causas de los oprimidos y excluidos y levantar las banderas de los trabajadores y explotados, paradójicamente mientras hablan de libertad marchan y protestan para garantizar los derechos del sádico Nixon Moreno, de los explotadores y poderosos dueños de los emporios económicos, los latifundistas, las trasnacionales, Fedecámaras y dueños de la mafia del poder comunicacional como garantes de la libertad de expresión. ¡Semejante aberración!
Por eso siempre sus mercenarias protestas estarán signadas por el fracaso; hoy más que nunca cobra fuerza la célebre frase pronunciada por el comandante Chávez en la plaza O’Leary con motivo de la conmemoración del 52° aniversario de la fusión cívico-militar que derrocó la dictadura perezjimenista, cuando cargado de una gran pasión y fervor patrio, les lanzó la lapidaria frase: "No podrán, manitos blancas".
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