En su leído artículo “El paso de Henry Falcón”, publicado el 24/02/2010, en Aporrea.org, sostiene que el llamado del desertor Henry Falcón a propiciar la reconciliación nacional, tiene eco en la absoluta mayoría de la ciudadanía según las encuestas recientes y diversas, culminando su afirmación en que tiene que ser posible superar los problemas del país sin imponer un esquema de falsa unanimidad.
Lo primero que es necesario responderle a este francotirador de la palabra es que la Nación Venezolana es un producto socio-histórico y cultural de 500 años de sincretismo linguístico, cultural, social y político, cuya unidad siempre ha expresado el sometimiento y subordinación de las diversas clases y sectores sociales no propietarios, a los interese generales de las clases dominantes, Así lo fue con el mantuanaje del período de la independencia, durante la República goda del siglo XIX, la larga noche del Estado petrolero gomecista, el Cesarismo Ilustrado antes de 1958 y durante la hegemonía de los Amos del Valle durante la Cuarta República.
Esa unidad nacional venezolana se construyó sobre el sometimiento y control del territorio y la población por parte del Estado de los Propietarios, la construcción de una identidad nacional que instrumentó los saberes de los diversos de los componente poblacionales del Estado e impuso al resto de la Nación sus valores e intereses de clases propietarias, mediante la enseñanza religiosa, la educación publica y privada, las empresas de la comunicación privada y el aprovechamiento de la tradición oral de los agrupamientos humanos esparcidos en el país.
Esa “Nación” representó, durante casi dos siglos, a las otras clases, desconociendo su existencia, negando sus valores, rechazando sus expresiones, reprimiendo sus manifestaciones que pusieran en entredicho su hegemonía. No aceptaba divisiones porque ella se representaba a si misma ni convocaba a la “reconciliación nacional” porque no propicia el reconocimiento del otro “otro”; es decir, se comportaba con absoluta unanimidad porque decía simbolizar a aquella Nación de “todos” bajo se hegemonía.
Veamos. En las grandes coyunturas de crisis social y política del Estado de los Propietarios, las clases dominantes nunca promovieron la “Reconciliación Nacional” con las otras clases y sectores sociales integrantes de la Nación. Acaso el godaje liberal-conservador llamó a Zamora a la “Reconciliación Nacional” para reconocer las reivindicaciones del Pueblo Soberano?. Es que acaso la oliburguesía promovió la Reconciliación Nacional con los trabajadores y campesinos para construir un Estado Democrático a la caída de su aliado Gómez,?. Es que en Nueva York, antes de la caída de sus otro socio, el dictador Pérez Jiménez, la burguesía nacional no rechazó la Reconciliación Nacional con los trabajadores y sus vanguardias políticas, excluyéndolos del gobierno?. Es que el Golpe de Estado del 11Abril y el Paro Patronal de Diciembre 2002, no fue la respuesta de la burguesía a los llamados a la Reconciliación Nacional planteada por el comandante Chávez, teniendo como base el reconocimiento de la Constitución de 1999, en cuya redacción y aprobación intervino Vladimir Villegas?
La Reconciliación Nacional que mañosamente reclama Vladimir Villegas, no es posible porque en Venezuela hoy existen dos Naciones enfrentadas: la que fallece y debe extinguirse, que es la Nación de la hegemonía de los Propietarios y, la Nación que nace y debe desarrollarse, la cual es la Nación de la hegemonía de los Trabajadores y demás sectores sociales no burgueses. Eso lo sabe la burguesía y, frente a ese dilema histórico tiene una clara posición: derrotar la revolución para restaurar el viejo Estado de los Propietarios e imponer su hegemonía en la vieja Nación de la Dominación y la Explotación. El problema para ellos es que la Revolución Bolivariana representa la nueva hegemonía de la Nación, y eso, cada día los deja con menos Estado, menos hegemonía nacional y menos Poder.
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