El calor en los últimos días en la Tacarigua de Margarita, ha sido como una lanza que penetra en el alma y deja su herida sofocante en las entrañas. Muchos lugareños buscan la manera de aliviar la alta temperatura que septiembre trajo y que causa desesperación.
El periodista Juancho Marcano y Pipo llegaron muy temprano al conuco, de manera de evitar el látigo de la canícula que sale con rayos destellantes desde muy temprano en la mañana. Por eso una vez que terminaron sus labores de limpiar y recoger los pocos frutos del sembradío, se decidieron a sentarse y refrescarse en la sombra de su amiga la mata de mango, quien los saludó y hasta les comentó: "Te fijas, Juancho, esto pasa cada vez que llega este calor septembrino, la gente se queja y muchos, como ustedes ahorita, buscan guarecerse bajo la fresca sombra de los árboles, que sin pedir nada a cambio se la ofrecen. Sin embargo, cuando pasan los días calurosos, nadie se acuerda que hay que sembrar árboles, no sólo para oxigenar el ambiente sino también para la sombra y sobre todo que dan frutos para la alimentación de los seres humanos, que siguen sin entender la importancia de los árboles, al contrario, los irrespetan y los asesinan sin motivo alguno".
Pipo al oír la exposición de la mata de mango, se acordó de algo que había comentado el amigo Evaristo, sobre una plaza de toros de Colombia que hace siete años la convirtieron en un vivero. ¿Qué te parece, Juancho?, preguntó el perro.
- Extraordinario, dijo Juancho, es más, todos esos espacios deberían convertirlos en viveros y así reforzar lo que dijo la mata de mango con la cual estoy de acuerdo, pues es la hora y el momento de tomar conciencia y todo aquel que pueda sembrar árboles que lo haga, que la humanidad futura se lo agradecerá, y de paso se evita el recalentamiento global.
La mata de mango y Pipo, oyeron con atención y estuvieron de acuerdo con el periodista, quien le señaló al perro que ya era hora de partir hacia la casa, para evitar los castigos del inclemente sol.