Los incendios forestales en Australia han descubierto un antiguo sistema de acuicultura construido por los aborígenes mucho antes de que se erigieran las pirámides de Egipto. Acostumbrados a vanagloriar a civilizaciones como la egipcia, la griega y la romana, este hallazgo nos recuerda que hubo otros pueblos ancestrales que también desarrollaron técnicas, construcciones e innovaciones que suelen quedar eclipsadas. En este caso, la frondosa vegetación que ha crecido durante siglos en este emplazamiento ubicado al suroeste del estado de Victoria cubrió un complejo sistema que prueba las habilidades de una civilización de la no se sabe mucho.
Solo durante la última década, los australianos descendientes de colonizadores han comenzado a conocer más profundamente a los primeros pobladores, su historia, su cultura y sus costumbres. Los pueblos indígenas de Australia son la civilización más antigua del planeta. Durante mucho tiempo se creyó que ésta era Mesopotamia, sin embargo, estudios recientes han demostrado que los aborígenes llevan en el mundo al menos 75 mil años y son un grupo genético distintivo desde hace 50 mil años. Ellos fueron los primeros en usar técnicas de cremación, dato conocido gracias al hallazgo de la Mujer Mungo en 1969. Sus restos se encontraron en el Lago Mungo, en Nueva Gales del Sur, y tienen entre 24.700 y 19.030 años de antigüedad. Pero no es por la cremación por lo que los aborígenes deberían haber pasado a la historia, sino por su modelo de sociedad sostenible y algunas de las innovaciones más sorprendentes que existen.
Parte del área de Budj Bim ha sido descubierta tras los fuegos.
Cuando en Occidente hablamos de la base de la sociedad de nuestro tiempo, nos solemos fijar, por ejemplo, en el desarrollo urbano de los romanos, en la grandiosidad egipcia o en la intelectualidad de los griegos. Los indígenas australianos fomentaron algo completamente distinto: una organización social sostenible. Vivían en comunidades de no más de 50 personas y según indica el académico, Geoffrey Blainey, en su libro, ‘El triunfo de los nómadas’, cuando los colonizadores tocaron suelo australiano había unos 300 mil habitantes originarios. Su estilo de vida incluía un control exhaustivo de la población con el fin de tener un mayor equilibrio y protección de los individuos. Gracias a las cifras reducidas, garantizaban alimentos para su grupo y contaban con una mejor capacidad para contener enfermedades.
Los aborígenes fueron, y siguen siendo, una de las civilizaciones más avanzadas tecnológicamente del mundo. ¿La clave? Su adaptabilidad a circunstancias difíciles con un ingenio único. Superar la diversidad geográfica fue crucial para su existencia, y para ello necesitaban equipos que les ayudaran a prosperar en estas condiciones. Fueron grandes observadores y sus conocimientos científicos y físicos ancestrales no tienen nada que envidiar a los de los romanos, los griegos o los egipcios. Fueron capaces de crear el primer pegamento a través de la resina de hierbas y árboles específicos. Las lavaban, las calentaban y creaban una sustancia negra pegajosa que mezclado con excrementos tenía forma y propiedades similares al cemento. Además, era impermeable y en la actualidad, la Universidad de Queensland está desarrollando, con la ayuda de guardas forestales indígenas, los preservativos más fuertes y finos del mundo a raíz de este tipo de resina tratada. El bumerán es una obra de ingeniería que nace de la mente de los aborígenes y tiene como fin cazar de manera más práctica. Su diseño aerodinámico con ángulos y arcos asimétricos hacen que este artilugio sea único.
Grupo de aborígenes danzan en el estado de Queensland (Getty Images)
Estas y otras herramientas, la técnica de los ‘palos de fuego’ con los que realizaban incendios controlados para evitar que la vegetación fuera demasiado frondosa y supusiera una amenaza, como está sucediendo en la actualidad; el uso de medicina natural… son muchas las innovaciones del pueblo más longevo del mundo, pero si hay algo en lo que destacan, es en las técnicas de pesca, ya que crearon trampas de peces gracias a complejos sistemas que aprovechaban la subida y bajada de la marea para atrapar peces en pequeñas piscinas. Las mismas técnicas fueron usadas por los pueblos fenicios y romanos miles de años más tarde. Precisamente, una de estas estructuras de acuacultura es la que ha sido descubierta esta semana tras los incendios forestales.
Los aborígenes no son la única civilización que suele ser olvidada cuyo aporte a la humanidad apenas ha trascendido. Los jiahu, en la actual China (7.000 a 5.700 AC), cuentan con unas de las primeras expresiones escritas y experimentos con la cebada para crear cerveza. Los Ain Ghazal (7,200 AC – 5,000 AC), en la actual Jordania, crearon una de las primeras estatuas de yeso con forma humana que se conocen. Los Çatalhöyük (7,500 AC – 5,700 AC), ubicados en la Turquía moderna, conformaron unas de las primeras urbes civilizadas. En Mesopotania (6,500 AC – 539 AC) surgió la agricultura y plantaban cebada y trigo. Fue entonces cuando se creo cerveza por primera vez en Occidente. También inventaron la rueda, por cierto. Los incas, los mayas, los aztecas, Norte Chico, los persas, la extensa civilización del Valle del Indo… la historia de la humanidad tiene mucho que ofrecer y es posible que en la era moderna, debamos echar un vistazo a nuestros antepasados antes de seguir haciendo camino.