¿Qué hacer con la economía? ¿Cómo organizar la sociedad que pretende zafarse del pasado? ¿Cómo dar base material al "amaos los unos a los otros"? ¿Cómo regresar al Edén donde todos vivíamos como hermanos? Esa angustia acompaña a todas las revoluciones exitosas. El espectro de lo viejo deambula en las acciones del presente, el futuro se muestra esquivo. Sin embargo, ningún paso en este andar se ha perdido, todos contribuyen a edificar la inmensa estructura que es pensamiento revolucionario de la humanidad.
Al principio la base material de la fraternidad se buscó en los falansterios, en las comunidades de los cristianos primitivos, que barruntaron que economía y espíritu debían ser una armonía, y postularon "de cada uno según su capacidad, a cada uno según su necesidad". Esa debía ser la norma para los humanos, todos hermanos.
Los utópicos intentaron la respuesta en la buena voluntad de los capitalistas, ignoraban que el capital es un monstruo y los capitalistas son sus esclavos, sus meras personalizaciones.
Marx hizo que la ciencia y la filosofía entraran en batalla y las puso a la orden de la transformación del mundo. Así surgió el instrumento, el método que permite comprender, aunque no garantice el cambio.
Vinieron los intentos, la Comuna de París, hermoso ensayo de organizar a la Sociedad toda en Estado Revolucionario, la Comuna de Berlín donde una Rosa se hizo inmortal...
Lenin enseño a la humanidad que se puede cambiar al mundo, que la sociedad organizada, dotada de una idea justa, de una dirección eficaz, es la fuerza más poderosa que conoce la naturaleza, capaz de cambiar los designios de los dioses, de derribar zares, de tocar al cielo.
Aquello "fracasó", no se pudo encontrar la respuesta a qué hacer con la economía, el espectro del pasado dirigió la construcción material, la espiritualidad cumplió hazañas que indican que la humanidad está preparada para hacerse humana. La batalla contra el monstruo fascista, la resistencia de Leningrado, afirman la creencia que el hombre no es una pasión inútil.
Un día el mundo conoció de unos jóvenes que "derrotados" en el cuartel Moncada, volvían a la Sierra Maestra, a vivir como santos, como cristianos primitivos, donde la suerte de cada uno dependía de la suerte del todo, y la suerte del todo estaba íntimamente ligada a la suerte de cada uno. Descubrieron allí la esencia del Socialismo, vivieron en Socialismo, unieron las enseñanzas de Cristo con la realidad material. Tomaron el poder, hicieron práctica y teoría, encendieron la esperanza, señalaron el camino.
El Che y Fidel, la Revolución Cubana, resumiendo las enseñanzas de la humanidad nos dicen que es necesario integrarla en un sólo empeño, que las formas fragmentadoras son condena a un ritornelo infinito. Lo aprendido desde hace milenios nos indica que toda la sociedad debe ser una sola meta, un solo objetivo ¡una sola Comuna! No es posible avanzar en la Revolución si no es sobre los hombros del pensamiento de la Revolución Cubana.
¡Con Chávez toda la sociedad una comuna!
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