En estos últimos días he pulsado la opinión de muchos hombres y mujeres comprometidos con el cambio revolucionario que desarrollamos en nuestro país, y me he dado cuenta que el estado de ánimo colectivo pasa por situaciones extremas en cuanto a la alegría y tristeza que va generando cada una de las acciones desarrolladas por nuestro gobierno.
Es obvio camaradas, que existe una gran preocupación por parte de quienes pensamos que una sociedad con cultura cooperativa, con visión humanista, antiimperialista, propositiva, transformadora, colectivista, autónoma, crítica y fundamentalmente feliz, es posible.
Esta preocupación deriva de las acciones individualistas, stalinistas, fascistas, sectarias, fundamentalistas, acríticas, deformadoras, inhumanas, imperiales y definitivamente infelices, que diariamente desarrollan algunos altos y medios funcionarios de la administración pública que pretende ser revolucionaria.
Los pomagás (léase, rojos por fuera, y blancos por dentro: aquellos que se dicen revolucionarios, pero en verdad son hijos de la adequidad), han logrado enquistarse en los sectores de poder más neurálgicos de nuestro país, estableciendo todo un esquema atentatorio contra aquellos cuadros políticos dignos y capaces de asumir la verdadera transformación que profesa nuestro presidente, entiéndase, la fomentación de procesos democráticos y democratizantes para la toma de decisiones públicas, lo que pasa por una transferencia del poder del Estado al poder popular, acompañado de todo un proceso de formación y capacitación para la consolidación de un “gobierno que mande obedeciendo” a las bases.
Por el contrario, el terreno que va ganando la kakistocracia (el gobierno de los peores) en nuestro proceso, pareciera preocupantemente indetenible, se pisotea a los cuadros medios con capacidad democratizadora y profundamente socialista, para mantener a cuadros arrivista y mercenarios que lo que hacen es destruir profundamente los cimientos sobre los cuales se estructura el nuevo socialismo.
El necesario relevo de los cuadros dirigenciales del proceso, pareciera un clamor de las bases progresistas que desean la desconcentración del poder para ejercer el derecho que los acompaña, ser protagonista y no tonto útiles de personas que discursean muy bien sobre lo que no hacen, hablan de democracia participativa, participando al otro que ya la decisión esta tomada, profundizan el conflicto de clases sociales, siendo racistas o profundamente discriminadores, profundizan las luchas obreras, pisoteando los derechos laborales, aumentan la conciencia social, deformando las teorías que sustentan la posible transformación social.
Desde el 14 de abril se dice que el presidente fue liberado por el pueblo de las manos nefastas de los golpistas carmonianos e imperialistas. Creo que el pueblo todavía no ha liberado a Chávez de las manos de los golpistas y fascistas. Creo que todavía el presidente Chávez esta en la Orchila, a punto de ser fusilado, secuestrado por seres humanos nefastos, que lo han cercado con su ineptitud, su falta de claridad ideológica, discurseros, “picos de oro”, que engañan constantemente al pueblo diciendo que van a hacer lo que el presidente profesa, y haciéndolo al revés.
Quiero aclarar, habiendo llegado a este, que esto no es una oda al líder mesiánico. Como él mismo lo dice, Chávez ya no es Chávez, Chávez es el pueblo, el pueblo somos todos, ya Chávez es un icono en el imaginario colectivo, que ha trascendido más allá de él mismo, para transformarse en una categoría que permite evidenciar el paradigma que profesa cada quien, aceptándolo o rechazándolo. Basado en este concepto, el pueblo debe liberarse de su autosecuentro, y exigir la urgente sustitución de algunos de los cuadros altos y medios del gobierno, que impiden la democratización de los procesos, y Chávez, que somos todos, no sólo debe escuchar, sino, que debe ejecutar lo que el pueblo esta exigiendo a gritos. ¡Liberemos a Chávez!, a través de la necesaria organización de revolucionarios dispuestos a tomar el poder para devolvérselo a su dueño original, el pueblo, las comunidades, los venezolanos.
P.D.: espero que así como los diarios: Reporte de la Economía y El Universal, tomaron mi artículo anterior titulado ¿Cuánto gana un diputado?, y lo publicaron sin consulta ni autorización, tomen éste, ahora sí con mi autorización, y se comuniquen conmigo para que yo decida lo que deseo publicar en estos medios que tienen un claro interés contrario a mis posiciones. Creo profundamente en la libertad de expresión, pero no de algunas cosas, sino de todas las posiciones. Yo desearía decir muchas cosas en sus medios, pero no lo que ustedes escojan, sino, lo que yo decida decir. Hubiese sido bueno, por lo menos citar la fuente. Pero no deja de ser interesante saber que leen Aporrea. Un abrazo y saludos fraternos y llenos de buenas voluntades para con ustedes, compatriotas periodistas y editores de medios comerciales.
