Pretendiendo realizar una aproximación al significado de ser “voluntario”, este es quien ejerce una acción solidaria, por iniciativa propia, de manera conciente y desprendido de la idea de obtener a cambio una retribución material. Sin embargo, y como consecuencia de la elaboración reduccionista de conceptos, siempre se desprende una serie de dudas sobre lo que implica ser un voluntario.
Es por ello que podríamos adelantarnos a pensar sobre algunos elementos que desde una perspectiva ética componen el ser voluntario1:
Voluntariedad. El voluntariado y la acción voluntaria, son resultado de una libre elección, es una opción ética, personal, gratuita, que no espera retribución o recompensa. La palabra exacta no es desinterés, porque la persona voluntaria tiene interés, mucho interés y obtiene satisfacción en sus motivaciones personales.
Solidaridad. Altruismo quiere decir amor al otro, es lo contrario de egoísmo. El voluntariado, la acción voluntaria sólo existe cuando repercute en los otros, cuando su interés es colectivo, general, público. El voluntariado es un medio para dar respuesta a necesidades, problemas e intereses sociales, y no un fin en sí mismo para satisfacer a las personas voluntarias. La acción voluntaria supone un compromiso solidario para mejorar la vida colectiva.
Acción. El voluntariado no es sólo un valor ético, una actitud, sino una práctica concreta. El voluntariado se hace, es acción. Si se queda tan solo en un vago espíritu de buena persona, de buen ciudadano o ciudadana, acaba siendo algo vacío y sin sentido. Aunque también es cierto que no es posible la pura acción sin "alma", sin valores. Pero lo que cambia el mundo, lo que enfrenta los problemas y las necesidades, es la acción.
Organización. El voluntariado, por ser algo muy importante, no se puede tratar como una práctica personal, individual, testimonial, íntima. Porque el objetivo del voluntariado es mejorar la realidad, transformar el mundo, y hacerlo eficazmente. Frente a la improvisación y la espontaneidad, el voluntariado requiere actuar organizadamente, uniendo fuerzas. Por tanto, la acción voluntaria debe de ser una acción organizada, sistemática, sinérgica, que requiere de organización, de asociaciones o fundaciones en las que actuar.
La acción voluntaria en algunos casos, ha sido valorada como epicentro de fuerza humanitaria para acometer actos que de otra manera hubiesen sido irrealizables, pero en otras ocasiones, ha sido utilizado como un recurso que ha sustituido a la mano de obra o personal capacitado, con la expectativa de obtener beneficios a cambio.
La decisión política de organizar un voluntariado debe responder a valores éticos muy bien especificados, dentro de una programación de acciones con objetivos claros que lograr, y que motiven la voluntad altruista de quien decide formar parte de este equipo o cuerpo de voluntarios.
En especial, quienes más voluntad evidencian para el desarrollo de actividades altruistas son los jóvenes, que poseen como característica común ser “la arcilla maleable con que se puede construir al hombre nuevo” (Che Guevara, en “El socialismo y el hombre en Cuba”, 1965).
Es por ello que no hay voluntariado sin formación, y dentro de los criterios de formación podemos pasearnos desde la más técnica hasta la más política, pasando inevitablemente por la ideológica. Esta afirmación debe hacerse en función de dejar claro que toda acción humana responde a un referente en el mundo de las ideas, que a su vez responde a una manera de ver al mundo, y al ser humano en él.
Pero además de la formación, generalmente el voluntario también busca algún tipo de reconocimiento, y aquellos que pretendan organizar y consolidar algún corpus voluntario deben plantearse estructurar todo un sistema de reconocimiento por el activismo del voluntario. Es aquí donde radica fundamentalmente el estímulo al que, sin esperar retribución material a cambio, dedica su tiempo e incluso pone en riesgo su integridad física o mental para ayudar a otro.
Otros elementos presentes en la estructuración de un voluntariado es asumir que el voluntario representa la solidaridad, la cooperación, la cohesión social y la voluntad de justicia social, y es la fórmula para profundizar la democracia participativa, incidiendo en las políticas públicas para estar más cerca del pueblo.
Esta premisa antes mencionada potencia y justifica la existencia, en el marco del desarrollo de un proceso de transformación de las estructuras sociales, políticas y económicas de nuestro país, de un voluntariado juvenil asociado a una dependencia gubernamental como El Instituto Nacional de la Juventud. Lo que somete a la discusión del voluntariado a una dimensión estratégica dentro del contexto de desarrollo de un nuevo socialismo, lo que implica dentro del contexto nacional, el convertirse en la opción organizativa, apoyando nuevas estructuras tales como los “Consejos Comunales de Planificación de Políticas Públicas”.
En el marco del nuevo socialismo, una acción voluntaria no puede estar aislada del proceso de internacionalización de la solidaridad, como vía para lograr el desarrollo de los países latinoamericanos.
Un gran cambio de concepción consistirá en cambiar el orden de las relaciones internacionales; no debe ser el comercio exterior el que fije la política sino, por el contrario, aquel debe estar subordinado a una política fraternal hacia los pueblos.2
Y cual sería la mejor manera de lograr este objetivo que generar toda una plataforma de voluntariado latinoamericano, que con los valores antes expresados y en el entendido de desarrollarlo sobre el criterio de construcción del nuevo socialismo, se potenciara el voluntariado juvenil de nuestro país con el apoyo de voluntarios de todo el continente, para así generar los intercambios de formación técnica e ideológica necesarios con el fin de terminar de estimular a quienes de una manera loable han desarrollado la praxis del amor.
A esto se suma la política de internacionalización de las “Misiones Bolivarianas”, a países como República Dominicana y Bolivia, que permitirían asumir la plataforma necesaria no solo para ubicar al voluntariado internacional en temas como el de prevención y atención de desastres, sino también en áreas como la educación, la salud o la organización social.
Es por ello que se debe insistir en la profundización de la formación de los voluntarios en áreas prioritarias tanto para nuestro país como para todo el continente.
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