Debo confesar mi eterno amor a Caracas, ciudad inhóspita, compleja, hospitalaria y hostil, rica y pobre, pero ante todo indomable. Caracas como ciudad, y en específico como municipio capital del país, es el centro incontrolable del poder central, en lo urbano es caótica, en lo humano es densa, y en lo político es el espacio que todos ambicionan. Caracas es en definitiva, un espacio estratégico para la consolidación de cualquier proyecto político, social, ideológico, económico o cultural.
Sobre esta descripción es pertinente pensar que la fragmentación del poder no es descabellado en un espacio donde confluye tanta concentración del mismo, sin embargo, para lograr la consolidación de cualquier proyecto, es inexorable la necesidad de cohesionar las distintas fuerzas en función de garantizar la plataforma necesaria para la consolidación del llamado “Poder Popular”. La práctica del poder popular, no es más que la búsqueda de mejorar y hacer más eficientes las formas de participación existentes y por existir.
En Caracas, más que el problema de los huecos o de la basura, la prioridad que debe fundamentar cualquier acción tendiente a mejorar la calidad de vida del caraqueño es la consolidación de los esfuerzos ciudadanos y los que han desarrollado durante 6 años distintas instituciones en la ciudad, en cogestión con la Alcaldía de Caracas, para la constitución de un tejido social, que por muchos años fue disuelto en el individualismo urbano en el cual se estaba encapsulando las relaciones sociales de nuestra ciudad.
Estas organizaciones existente o que se están constituyendo en el tejido del “Poder Popular”, deben convertirse en la garantiza de la verdadera revolución cultural que entre otras cosas muestre una ciudad limpia, que no sólo dependa de la cantidad de millardos que se gasten en compra de más implementos para la recolección y procesamiento de la basura, sino, que demuestren una mayor conciencia del reciclaje y autofinanciamiento para el mejoramiento de su calidad de vida.
El rescate de los espacios públicos, privatizados paulatinamente por el abandono y la desidia de los gobiernos locales y centrales, sólo será posible a través de la articulación de los CTU, Comités de Salud, Redes Sociales de Prevención, Unidades de Defensa Popular, y todas aquellas organizaciones que confluyen en los Consejos Comunales.
En definitiva, el bienestar de nuestra ciudad, Caracas, y por ende, de nuestros ciudadanos, los caraqueños, pasa por la socialización de nuestro compromiso como habitantes, de entender que la organización social es la única vía de hecho para garantizar, tanto desde la ejecución, como de la contraloría de estas acciones, una verdadera ciudad para verdaderos ciudadanos.
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