Todo el poder para el pueblo (I)

Al abordar la discusión acerca del nuevo modelo de sociedad que habremos
de conformar tras la nueva reforma constitucional, es necesario
reflexionar acerca de lo que representa o debe representar el pueblo.
Un modelo de sociedad "para el pueblo y por el pueblo," como afirmaba
Lincoln, representa la diferencia esencial entre las intentonas
socialistas del siglo pasado y lo que estamos construyendo para el siglo
XXI.

Conceptos como "dictadura del proletariado" y "capitalismo de estado"
deben estar muy distantes de la nueva propuesta. La dictadura del
proletariado se convirtió en una dictadura para el proletariado, donde
pretendiendo reprimir la ideología "pequeño burguesa" se reprimía la
integridad humana. Tal fue la desviación de aquellos modelos que en
lugar de tener una sociedad plutocrática dominada por un conjunto de
capitalistas, se obtuvo una sociedad monocrática (si vale el término)
dominada por el Estado, protagonista de aquel proceso.

En contraste, el único protagonista de un proceso que permita superar
las injusticias del modelo capitalista es el pueblo. Muchos expresamos
nuestros temores de que el actual proceso revolucionario se aparte de
esta idea básica de sociedad protagonizada por el pueblo y dirigida a
mejorar permanentemente la felicidad del pueblo. Nos sobran razones
para esos temores. No obstante, se está presentando una oportunidad
difícilmente repetible para cambiar las cosas y en ese sentido vale la
pena dirigir los esfuerzos.

Y a todas estas, ¿Qué es el pueblo?

El pueblo es la población, es la sociedad de los humanos, es el soberano
que se establece en nuestra constitución. Como humanos, nos
caracterizamos por tener una vida que trasciende lo biológico. Somos
seres sociales, políticos y culturales. Participamos en la sociedad con
múltiples roles: somos educadores y educandos, sanadores y pacientes,
vendedores y compradores de bienes de consumo o de servicio, tenemos
menores o mayores de participación y conciencia ciudadana y social.
Como humanos, tenemos múltiples necesidades que van desde las básicas
hasta las necesidades de realización individual y colectiva.

Según el concepto anterior, todos somos igualmente pueblo o, dicho de
otra manera, nadie es más representante del pueblo que otro. No
obstante es natural que el estado intervenga en las relaciones entre
miembros de la sociedad para procurar mayores niveles de justicia y
respaldar al considerado débil. Es así como surgen distintas
legislaciones dirigidas a defender a los débiles, llámense estos niños o
adolecentes, madres, consumidores o usuarios, trabajadores, etc. Esta
práctica es consona con el principio bolivariano de una sociedad "con la
máxima felicidad posible" y la intervención del estado se hace necesaria
para que los sectores débiles de la población se consoliden en sus
respectivos roles.

A la luz de este concepto, darle todo el poder al pueblo representa la
posibilidad de que la población se consolide en cada uno de sus roles
sociales. Dentro de estos, especial interés debe existir en aquella
parte de la población que por distintas circunstancias adquiere la
condición de débil y en forma superlativa se debe atender a los sectores
marginados.

Dentro de los distintos roles sociales menciono a continuación los que
considero claves en el proceso de consolidación del poder popular:
* El Poder Comunal
* El Poder Productivo-Laboral
* El Poder del Consumidor
La importancia fundamental de la consolidación de estos poderes radica
en que con los mismos será posible incrementar el control social sobre
el Estado y sobre el aparato productivo y distributivo de bienes y
servicios.

En próximos números ser abordará cada uno de estos poderes populares.


pachano@ula.ve


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Prof. Felipe Pachano Azuaje

Profesor de la Universidad de los Andes

 pachano@gmail.com

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