En el título II, artículo 5 de la ley orgánica de las Ciudades Comunales, define la Comuna como:
“Es un (1) “espacio socialista que, como entidad local”, es definida por “la integración de comunidades vecinas (2) “con una memoria histórica compartida, rasgos culturales, usos y costumbres, que se reconocen en el territorio que ocupan y en las actividades productivas que le sirven de sustento”, y sobre el cual ejercen (3) “los principios de soberanía y participación protagónica como expresión del Poder Popular”, en concordancia (4) “con un régimen de producción social y el modelo de desarrollo endógeno y sustentable”, contemplado en el Plan de Desarrollo Económico y Social de la Nación”. (Subrayado nuestro).
COMENTARIOS OBLIGATORIOS
La primera (1), tiene que ver con el enunciado de “espacio socialista que, como entidad local”, esta noción fraudulenta, resulta, por demás, ambigua y contradictoria, para el proceso de organización del espacio social de carácter socialista y la construcción del nominativo urbano de “entidad local”, porque al parecer es sólo un eufemismo para no definir las ciudades especulativas o capitalistas, lo cual evidencia una resistencia en la elevación del nivel de consciencia para lograr realmente un verdadero sistema Ciudades Comunales, que anticipe un cambio político y la creación de alternativas espaciales.
Simplemente, el enunciado interpreta la imbricación entre población, territorio y geografía, lo cual le confiere a las ciudades especulativas o capitalistas, el papel de “unidad política primaria” para la ordenación nacional del territorio. Pues, la construcción del nominativo urbano de “entidad local” se transformaría en una mercancía bien alejada de las necesidades de espacio que exige la reproducción de la vida y de la especie humana: se asumiría la pérdida de su valor de uso y se convertiría en un valor de cambio que realizaría su plusvalía acoplándose al mecanismo productivo capitalista.
Por lo que nos preguntamos: ¿Es posible dentro de las actuales estructuras capitalistas el desarrollo urbano y la organización social de carácter socialista?
Si la ciudad especulativa o capitalista, definida como la construcción del nominativo urbano de “entidad local”, ha sido la forma material como se ha expresado la sociedad dominante y es esto lo que le da sentido estratégico a la construcción de los nuevos sistemas de ciudades comunales, entonces, el enunciado “espacio socialista” debería partir de la propiedad social del espacio y de la socialización de las fuerzas productivas pueda satisfacer, entre otras, el consumo de espacio que las tensiones demográficas y los requerimientos humanísticos.
La segunda (2), tiene que ver “con una memoria histórica compartida, rasgos culturales, usos y costumbres, que se reconocen en el territorio que ocupan y en las actividades productivas que le sirven de sustento”, creemos que no hay duda que lo territorial condiciona cualquier proceso social y que el espacio esencial debería ser la ciudad especulativa o capitalista, pues, ella ha sido la forma material como se ha expresado la sociedad dominante. Creemos, en consecuencia, que la Comuna existiría cuando se ejerza el poder sobre un territorio y, esto, sólo podría lograrse desplazando al poder político tradicional de las ciudades burguesas: las alcaldías y los gobiernos municipales.
Creemos, por lo tanto, que los hilos fundamentales de esa unidad del espacio socio-político serían la cultura, con su base ideológica, el modo de producción e intercambio y su forma de gobierno, las cuales unirían a los habitantes de una comunidad dándole organicidad y formación.
Porque ese sólo tejido socio político no hace el sistema de Ciudades Comunales. Hay otro tejido que les da carácter y compromiso a esos habitantes convirtiéndolos en ciudadanos: la estructura urbana o las ciudades especulativas o capitalistas o el nominativo urbano de “entidad local”, ya que permitiría detallar el origen y la evolución de las formas de la trama urbana o tejido físico, en los diferentes procesos históricos de expansión de la ciudad.
La tercera (3), tiene que ver con “los principios de soberanía y participación protagónica como expresión del Poder Popular”, al parecer, el planteamiento es irónico, pues durante más de veinte años en el poder no han desarticulado la forma de estado burgués que se heredó, la que aún se reproduce a través de sus viejas y nefastas prácticas y, que ahora, se pretende darle continuidad con la reinvención de los principios de “soberanía y participación” como expresión las nuevas formas de gestión político-ideológica del Poder Popular.
Resulta, que ahora, es imprescindible confiar en los poderes creadores del pueblo como acción consciente esencial -no por la causa de unos iluminados que sustituyan al pueblo- sino por considerar al Poder Popular como sujeto histórico para la construcción de un nuevo sistema de Ciudades Comunales.
Pues, existen organizaciones del Poder Popular que han surgido en medio del proceso de construcción de nuevas formas de “soberanía y participación”, y han fracasado. La corrupción, el sectarismo, la forma descontrolada y sin el seguimiento apropiado para implementar estas iniciativas; el proporcionar recursos financieros sin la debida fiscalización y control y muchos otros errores, han impedido esos procesos orientados hacia el empoderamiento de la gente.
El Poder Popular es diverso y dentro de él hay tendencias que se han fracturado, es decir, se convirtieron en fracciones lideradas por cúpulas que van generando intereses particulares, grupales y partidistas. Esas fracciones han terminado compitiendo por los intereses específicos de cada liderazgo, que pueden coincidir o no con los intereses del pueblo.
La cuarta (4), tiene que ver “con un régimen de producción social y el modelo de desarrollo endógeno y sustentable”, al parecer, se trata de lograr una imagen bucólica de los sistemas de Ciudades Comunales y su nueva geometría territorial, sin definir los verdaderos territorios de la gente estableciendo la socialización de los medios de producción y mucho menos, con énfasis en la cuestión productiva: el enunciado no muestra el compromiso con la transformación del modelo productivo, la distribución del excedente y los patrones de consumo.
No define el territorio productivo para eliminar la dualidad entre campo y ciudad, pues, es perfectamente posible pensar en la dicotomía rural-urbana con la desaparición de la clasificación espacial de la poblacion rural y la poblacion urbana pasando a defender la tesis de la totalidad de la poblacion.
Ni plantea una necesaria política de producción de prioridad agraria que nos sitúe sobre el problema urbano, a través de una nueva práctica económica-política de control social del espacio y su producción, a través de un enfoque que permita preservar el equilibrio ecológico: el agua, los suelos y el aire.
Aún más, no llama a producir bienes y servicios en cantidad y calidad necesaria para toda la población, el cual ha sido un reto, hasta ahora, no asumido. Pues, no rompe con el patrón de bienestar, de consumo y de producción determinado por el capitalismo: el modelo económico productivo basado en la renta petrolera.
El contexto del enunciado, al parecer, llama a experimentar con soluciones capitalistas, pues el capitalismo sabe cómo producir, lo que no puede es producir con equidad, con justicia y para la dignidad de los seres humanos y el respeto a la madre naturaleza: el egoísmo y el principio de utilidad como fundamento de la sociedad, del mundo y de la vida.
¡Que se abran cien flores y florezcan cien escuelas de pensamiento ¡