¡En marcha hacia la Venezuela Comunal de una vez!

Comunas, Comuneros y Comuneras profundamente socialistas

El líder de la Revolución insiste cada vez que tiene la oportunidad: la célula fundamental del socialismo está en la Comuna. La experiencia más reciente nos muestra la importancia del tema. No ha sido suficiente con la creación y estímulo a decenas de miles de cooperativas para echar adelante el espíritu social de la Comuna. No podía serlo. Es imposible cosechar un fruto distinto a la naturaleza intrínseca de la semilla que se siembra. Si por los más pequeños resquicios se filtran los valores del egoísmo propios del sistema capitalista, estos terminarán imponiéndose aplastando los valores nuevos. La Comuna es la célula fundamental de la estructura económica y social que luego devendrá en Federación de Comunas y Patria Comunal.

CNo debe extrañar a nadie que la Comuna tenga tantos y tan variados enemigos, tanto a lo interno, resultante de sectores reformistas, aburguesados y oportunistas, como a lo externo, proveniente del enemigo de clase. Tanto el histórico enemigo de clase, como un buen número de factores internos que juegan al cambio para que nada cambie, saben perfectamente que en la Comuna y el modo de vida radicalmente Comunal está su carta de defunción, que en la Comuna está el mundo nuevo que los arrasará enviándolos al cuartucho de los cachivaches de la historia. Lo saben bien, tienen plena conciencia de ello y hacen lo posible y lo imposible por falsificar la semilla Comunal desde su nacimiento, pervirtiéndola u obstaculizando su nacimiento y desarrollo armónico. Al viejo sistema le va la vida en el parto Comunal, al nuevo sistema también le va la vida en parirse bien o morir en el intento.

Habiendo visto, sentido y palpado el extraordinario poder revolucionario del pueblo, concluimos que en su interior se encuentran, latentes, todas las potencialidades maravillosas del hombre y la mujer nuevos, toda su capacidad creadora, toda su poderosa fuerza solidaria, toda su entrega, pero también, consecuencia del mundo viejo aún presente en las ideas e inclinaciones fuertemente estimuladas desde la inmensa mayoría de las estructuras conformadoras de la conciencia, una gran fragilidad, una peligrosa vulnerabilidad ante la molienda inclemente de una cotidianidad marcada por las necesidades materiales insatisfechas, por las ambigüedades y el antitestimonio de muchos representantes del Estado burocrático aún burgués y en fin, una fragilidad que los hace fácil pasto de la maquinaria propagandística del capitalismo.

Debemos tener conciencia clara de que junto a las potencialidades sagradas de libertad e igualdad sin fin se encuentran, vivos y latentes, los viejos reflejos condicionados por años de condicionamiento mental del capitalismo. Deben rechazarse con radicalidad absoluta las propuestas, aparentemente inocuas, que contienen en germen los modos de hacer y pensar capitalistas disfrazados de “democratización de la propiedad” La experiencia vivida en múltiples proyectos comunales a lo largo y ancho de nuestra querida Venezuela nos impulsa a formular este angustioso llamado. Buena parte del poder constituido (gobernadores, alcaldes, funcionariado, etc.) no entiende ni está interesado en entender de qué se trata. La complacencia e incluso el estímulo a formas organizativas en los desarrollos de producción endógena que contienen la semilla capitalista nos impulsa a reclamar con urgencia un trabajo de inserción y acompañamiento de cuadros revolucionarios radicalmente convencidos y comprometidos con el socialismo como única alternativa a la vida en el corazón mismo de estas Comunas. Hay que construir, vivificar, capacitar y vivir intensamente en los valores radicalmente socialistas. Las fallas que hemos detectado –las que ya han dado al traste o desfigurado muchas de estas iniciativas en las que nos jugamos la vida- derivan, precisamente, de la ausencia de adherencia radical a los perfiles imprescindibles para desarrollar una Comuna Socialista, en otras palabras, a la falta de claridad, por acción u omisión, en cuanto a los fines perseguidos. Jamás podremos construir la Venezuela Comunal en tanto se alienten prácticas germinalmente capitalistas.

En este marco de ausencia del fuego sagrado revolucionario y socialista especialmente en la burocracia, la dispersión, esa división que nada tiene que ver con legítimas tendencias sino con ambiciones personales y grupales, se hace peligrosamente presente, enturbiándolo todo, confundiendo, alentando la fragmentación, la descomposición y el fraccionamiento. La vanidad, la soberbia, la arrogancia, el ventajismo, el afán de figuración y el oportunismo –viejos vicios no superados- actúan en el corazón de la Comuna como una suerte de Midas al revés: todo lo que tocan lo vuelven excremento.

¡Sólo el pueblo salva al pueblo!, la Comunidad debe y tiene que desarrollar los anticuerpos que impidan la penetración de estos gérmenes egoístas. La presencia de un líder subversivo en Miraflores y al frente de la Revolución debe alentar el desarrollo del poder constituyente asambleario para detener a los “comejenes” (canción necesaria de Carlos Ruíz que los dibuja con precisión y fuerza, los invito a oírla) La Asamblea de Comuneros y Comuneras tiene que profundizar cada día sus razones, sus causas, sus objetivos y acciones, tiene que ejercer el poder que el propio Comandante Chávez ha transferido a las Comunas, para anular y rechazar todo cuanto no conduzca a la construcción de la Comuna Socialista ansiada y buscada. Con radicalidad profética la Comuna debe entregarse a la construcción de los modos de producir, distribuir y consumir bienes así como al modo holístico de pensar y vivir el mundo nuevo sin concesiones a la mala hierba por muy inocente que parezca al principio. Ser miembro de una Comuna Socialista no significa –solamente- conocer y practicar los modos de producción y distribución basados en la propiedad social de los medios de producción, sino que consiste fundamentalmente –y como imprescindible complemento- en vivir los valores de la solidaridad, la conciencia del deber social y, en fin, el amor, con toda el alma, con todas las fuerzas, con mente y corazón, despojados de toda vanidad, desprendidos de todo egoísmo y de todo cuanto pueda significar injusticia, no sólo para cualquier miembro de la Comuna, sino para cualquier ser humano en Venezuela o el Mundo.

La adhesión radical a una profunda espiritualidad comunera es la raíz de todas las exigencias revolucionarias. Una adhesión práctica, desde las cosas más cotidianas y sencillas hasta las más complejas, al fuego sagrado comunal será la clave del éxito. Semilla buena en tierra buena y limpia para alcanzar los frutos deseados camino al socialismo debe ser la consigna.


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Martín Guédez


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