¿El principio del fin?

Las caras más visibles de la bancada opositora aún no se han estrenado en sus curules cuando ya se han cansado de aparecer en los medios opositores con caras de “dame lo mío”, tal como infaustamente predijo un buen amigo, que no se dejo “marear” con el toma y daca de las encuestadoras chimbinas, las más o menos serias y las supuestamente serias. Unas daban ventaja sobrada a opositores, otras habían predicho un arrase del chavismo y las más atinadas hablaron de una votación pareja con un margen de victoria para el chavismo mucho más estrecho de lo que el Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV) y los revolucionarios de conciencia, alma y corazón hubiéramos deseado.  

La batalla fue bonita, se dio en buena lid, pero nuevamente no nos sonrió la fortuna como nos había tenido acostumbrados hasta antes de la reforma de 2007. Hace 3 años perdimos por una escasísima diferencia la posibilidad de incorporar una reforma constitucional de largo alcance para profundizar el socialismo a la venezolana; pero el triunfo de esta ocasión, para que negarlo, deja un amargo sabor de boca porque no fuimos capaces de hacernos con la mayoría calificada de la Asamblea Nacional.  

No pudimos remontar la cuesta en estados de oposicionismo duro como el Zulia y Táchira y se perdió un bastión tradicionalmente identificado con el chavismo como Anzoátegui. Las causas requieren un análisis detallado y rápido para aplicar correctivos que son urgentes. Desde el punto de vista de la maquinaria política habría que preguntarse si: ¿Hicimos el trabajo de base? ¿Realmente dispusimos de 1.500.000 patrulleros? ¿Les dimos a esos patrulleros la logística y la formación suficientes para que fueran ellos mismos multiplicadores eficientes de la propuesta socialista? ¿Se activaron con el tiempo necesario para que el mensaje calara como debió haber calado? Muy probablemente, no hicimos nada de esto y si lo hicimos no fue en la proporción adecuada.  

En política todo se paga, ahora tendremos que lidiar con una camada de asambleístas que vienen signados por el odio más recalcitrante y entre quienes figuran criminales, bandidos, burócratas, burgueses mantuanos, fósiles insepultos de la vieja política, chupamedias desclasados y tránsfugas traidores. A los nuevos parlamentarios de las oposiciones no los agrupa un liderazgo, ni les anima una propuesta de país inclusiva e incluyente, lo único que los aglutina es la obsesión de sacar a Chávez del poder.  

Muchos de ellos estuvieron comprometidos hasta el cuello en el golpe de Estado de 2002 y las guarimbas desestabilizadoras de los años subsiguientes. Ahora nos toca tragar arena y verlos, con su nueva investidura de diputados, tratar de implosionar desde adentro la estabilidad política de la República y el funcionamiento de las instituciones.  

Obviamente, la situación ha podido ser más precaria de lo que fue. Al menos logramos consolidar una mayoría simple que será indispensable para tratar de poner a raya las pretensiones apátridas de esta fauna parlamentaria, que resume lo peor de la era cuartorrepublicana y de todos sus nuevos derivados. No sé que provoca más asombro: si los incautos que votaron a nombre de una fulana unidad pegada con saliva de loro o la gente humilde, confundida y sin conciencia de clase que le dio cuchillo a sus propios verdugos, creyendo aplicar un voto castigo.  

En fin, el trabajo de formación política en el seno del PSUV es indispensable e impostergable, para que todos podamos comprender el verdadero alcance de la propuesta revolucionaria y la magnitud de lo que está en juego, tanto de los que militan como aquellos que aún no lo hacen. La oportunidad la pintan calva y da la impresión de que si no tomamos este tren, el anhelo de construir una Patria justa, libre y soberana tendrá que aguardar otros 200 años. Si no es que mucho antes el capitalismo salvaje, su lógica adversarial y su metabolismo destructivo no acaban con el Planeta y todos los seres vivientes.  

Tenemos la gente, tenemos los recursos, tenemos la voluntad política del Presidente Chávez, pero hace falta conciencia, mucha conciencia revolucionaria. También hace falta gente capaz y honesta, proba y comprometida dispuesta a asumir el liderazgo bajo, medio y alto del proceso. La ineficiencia, el oportunismo y el pillaje de la vieja política medrando en nuestras filas nos han hecho un tremendo daño. Un daño mucho más grande que el que han intentado hacernos las propias oposiciones.    

Esta victoria con sabor a revés no debe ser un pretexto para bajar los brazos. Al contrario tiene que unirnos mucho más, tiene que servir para hacernos más fuertes, para combatir de manera más eficaz y por todos los medios posibles la cayapa del terrorismo mediático y su pornografía informativa. La razón está de nuestra parte y el amor también. Los que se llenan la bocota cantando el principio del fin, están muy equivocados y se quedarán con las ganas. El liderazgo de Chávez constituye un fenómeno sociopolítico que desborda cualquier análisis tradicional. El chavismo está herido, pero está muy lejos de estar muerto. Tenemos fortaleza política y tenemos el potencial para remontar la colina.  

El esfuerzo que debemos hacer como pueblo es inmenso, titánico, colosal, pero la recompensa de consolidar una Patria libre y soberana, cuyo sistema político confiera la mayor suma de estabilidad, la mayor suma de seguridad social y la mayor suma de felicidad posible, tiene que ser estímulo más que suficiente para que no detengamos la lucha ni por un instante. Renovemos nuestras fuerzas y enarbolemos nuestra moral bolivariana por todo lo alto. Los avances y los logros, en estos 10 años de dinámica dialéctica no han sido poca cosa, están ahí y son palpables, tangibles, objetivos. Han constituido un salto cualitativo y cuantitativo en lo social, lo político, lo económico y lo cultural.  

No son un grupete de fracasados políticos, estafadores y truhanes quienes van a truncar el anhelo de un pueblo aguerrido que está empeñado en romper las cadenas que nos oprimen. Vamos a dar la batalla! Qué la sangre derramada no haya corrido en vano. Patria, socialista o muerte! Venceremos camaradas. 

dcordovaster@gmail.com



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Daniel Córdova Z.


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