Si alguna ciudad del país muestra con claridad a sus clases sociales “en pleno desarrollo” como dice Walter Martinez, es la cuatricentenaria ciudad de “los caballeros” de Mérida.
La llamada clase alta se encuentra dividida ,en cuanto a ejercicio del poder , en tres partes, pero cuando se trata de expoliar a los de la llamada clase pobre, baja o emergente hacen causa común y se comportan como el bloque histórico hegemónico citado por Gramsci, que controla el territorio, la cultura y la economía de la región.
La primera de estas tres elites se sustenta en el control geográfico territorial y el habitable, que se realiza con la posesión, de hecho y derecho, de tierras y viviendas. De allí surge una casta de abolengo hereditaria que se adueñó de las mejores tierras rurales y urbanas. Allí encontramos a los apellidos que vienen desde la independencia y conforman una elite racista que no admite extraños en sus predios.
El segundo grupo componente de esa clase elitesca la constituyen los llamados intelectuales y religiosos que se apoderaron de la Universidad de los Andes y que medran bajo su sombra, creando una casta que determina que es y que no es cultura. Y el tercer grupo es el de los comerciantes y pseudos empresarios que viven del Estado, usufructuando los contratos que tienen con los gobiernos regionales y locales. Estos tres grupos en si constituyen lo que podríamos llamar la clase dirigente o gobernante de Mérida. Los tres se entremezclan y cobran y se dan el vuelto. De esas elites, han sido extraídos históricamente, los funcionarios del Estado, que ejercieron y ejercen el poder político para dominar y controlar al 90% del resto de la población.
La otra clase que entra a confrontar a la clase hegemónica , por el ejercicio del poder en los espacios políticos, donde se decide el usufructo de los servicios públicos y el bienestar de los ciudadanos, son los llamados chavistas revolucionarios. Algunos de ellos, extraídos de esas elites ya definidas y la gran mayoría, conformados por individuos con algún grado de conciencia de pertenencia a una clase social definida. Nos atreveríamos a decir que un 20% de la gran masa , que constituye al llamado sector popular, tiene conciencia de pertenecer a una clase social y que esta es antagónica a la otra que ejerce el el verdadero poder político y económico. Concluiríamos que un 70% de la población se comportaría como una masa oscilante, que va o viene, según las habilidades de la clase dominante y el arrojo de los líderes de la clase emergente dominada.
Toda la introducción anterior nos servirá para explicar un hecho que demuestra fehacientemente lo antes afirmado. Resulta que en la parte alta de nuestra ciudad existe un hotel de turismo de lujo que tiene entre sus comodidades: 82 cuartos con bañeras, jacusis y piscina climatizada que ofrece a los turistas sus instalaciones por el módico precio de 1.300 Bs. Diarios y un poco mas abajo, a unos 600 metros, hay un pre escolar público con 180 niños que les llega el agua por chorritos y en horario limitados, que impide a su personal poder realizar eficientemente su labor educativa.
Todas las comunidades adyacente al hotel reciben el agua potable para el servicio domestico en forma racionada, pues las tuberías que deberían suministrarle el precioso líquido pasan primero por el hotel y cuando a este les sobra, entonces es que le llega al resto de la población. Todos los hoteles que están ubicados en el centro de la ciudad turística de Mérida consumen el 80% del agua que es potabilizada
y que le cuesta mucho dinero al gobierno y el otro 20% es para cubrir las necesidades de mas de 50 mil personas que habitan y trabajan en el centro de la ciudad.-
La pregunta que uno se hace: ¿Como es posible que esto este sucediendo después de 10 años de gobernadores revolucionarios y de 5 años de tener un alcalde revolucionario en Mérida?. Pues es muy sencillo de explicar: En Mérida la revolución está a años luz. Aun cuando los lideres que han llegado al gobierno regional y local son en su mayoría de extracción popular y fungen de representantes de la clase dominada, casi todos ellos han sido contaminados con el síndrome “paecista” que consiste en adecuarse y querer ser aceptados por la clase dominante y para ello abominan de su propia clase y se transforman en fieros capataces que cometen todo tipo de tropelías y permiten que las castas de siempre aumenten su caudal de bienes que cada vez son mayores.
Si existe en el país una clase dominante parasitaria, que se chupa los dineros destinados al pueblo, es la de Mérida. Se aprovecha de todo programa social que el gobierno central inventa para favorecer a los sectores pobres y además se adueña de todos los contratos y proyectos que podrían desarrollarlos y sacarlos de la pobreza. Si alguna clase usufruta las pensiones del seguro social, del programa barrio adentro y de mercal es esa clase parasitaria y aprovechada que no recibe ningún castigo por sus felonías pero que además se burla de los chavistas y amenazan con exterminarlos apenas tomen el control político, según ellos para el 2012.
Es así como los revolucionarios chavistas, execrados de los puestos de combate, por nuestros propios compañeros que nos ven mal cuando les reclamamos su sumisión a la godarria merideña, tenemos que permanecer atados de manos ante la clase dominante, que alegan que quienes mandan son los chavistas y uno que los llevó al ejercicio de esos cargos, se queda sin argumentos y frustrado por no poder sacarlos de sus madrigueras, pues sabemos que los palos recibidos, por los de nuestra propia gente, parecen que son menos dolorosos.
De allí que podamos explicar, que aun cuando en palabras tenemos un gobierno revolucionario, en la practica sus funcionarios obedecen a las políticas que les impone la godarria de siempre, pues nadie quiere ser acusado de haber atentado contra los sagrados derechos de las familias que son dueñas de Mérida, pues por ser una ciudad pequeña todos se conocen y la vecindad parece que es un freno revolucionario.
Demasiado hemos probado designando funcionarios no nativos, para ver si se atreven, pero estos resultan mas permeables y son los de mas fácil entrega al sabroso encanto de la burguesía merideña. Es por eso que afirmamos que, el consumo del liquido vital, es el único que hará tomar conciencia al pueblo y generará los enfrentamientos futuros entre las clases dominantes y dominadas.
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