Se intenta a veces explicar ciertos acontecimientos apoyándonos en el uso de los refranes o expresiones populares. Esto funciona y tiene como ventaja, que por medio de este mecanismo no es necesario usar muchas palabras y las situaciones se entienden muy fácilmente. El fracaso revolucionario en la Alcaldía de Barcelona podemos entenderlo a través de este recurso.
En el pueblo donde nací, acostumbraban con frecuencia a calificar a las personas que les observan muchas limitaciones y pocas fortalezas, haciendo uso de una frase corta que no lo dejaba mal parado. El juicio era muy corto pero equilibrado. Era justo porque al final nadie es perfecto. Cuando el caso lo exigía, todo este complicado proceso de poder explicar las debilidades y fortalezas que se reunían en una persona lo resolvían con dos palabras. Uno oía la siguiente expresión: “tal persona es bruta pero sabía”. Lo “sabío” era una manera de decir que la persona era viva y esa viveza era un valor muy estimado
Recuerdo ahora, que cuando la camarada Inés Sifontes andaba en sus aspiraciones como precandidata a la alcaldía más importante del estado Anzoátegui, se oía con mucha insistencia, una opinión en la cual se colocaba énfasis en sus debilidades y se argumentaba que estas eran mayores que sus fortalezas. Pienso que en ese proceso de selección privó la condición de mujer humilde y con ello; los electores pseuvista dimos el garrote a una camarada, que finalmente resultó electa, prometiéndonos sacudirnos la gestión de otro -el gago-, que si usamos la expresión popular, resulto ser bruto para hacer una gestión municipal de acuerdo con los lineamientos de un gobierno revolucionario, pero también resulto ser muy “sabío”. La gestión de Inés resultó ser exactamente igual o peor que la gestión de Pérez Fernández.
Entendamos entonces que en este desastre que nos hemos venido dando los barceloneses revolucionarios durante más de tres períodos, hay responsabilidades compartidas en donde se nos cae la careta de críticos y autocríticos. La careta se nos cae y no tenemos porque arrugar la cara porque no fue una vez. El engaño ha sido largo y tendido. Como revolucionarios no hemos sido capaces de aplicar una sencilla y simple contraloría social y tenemos que convencernos que en casa de herrero, el cuchillo es de palo. Entendamos que en todo este desastre, los electores revolucionarios somos responsables en primer instancia, porque dimos el mismo garrote en varios momentos al mismo negro con diferentes cachimbos; sin embargo reconociendo esta debilidad de no ser consecuente con lo que pregonamos, deberíamos también admitir, que los electores dimos el garrote por primera vez en varias oportunidades y otros han ayudado a sostener ese garrotes a personas que sabemos no han podido cumplir en nada con la oferta electoral que presentaron.
Resultamos ser incompetentes para realizar una contraloría, cuando en momentos de los discursos, nos explayamos reconociendo que aprobamos una ley orgánica de contraloría social que no usamos y que probablemente no hemos leído. Mientras resultamos incompetentes para esto, las encuestas vienen prendiendo unas alarmas que ya están encendidas en el color que anuncia un peligro inminente. La última encuesta de Hinterlaces que da como ganar a Chávez, nos ofrece el perfil de la camarada Inés Sifontes y en ese estudio, puede leerse que el 1% considera muy buena la gestión, 5% la considera buena y 74% la observa como mala/pésima.
El tiempo se agotó y ahora debemos esperar por unos milagros. Un milagro para darle el garrote a un mejor ciego y si este ciego(a) resulta peor que los anteriores, debe darse el otro milagro que le permita al PSUV-Anzoátegui reunir la fuerza para quitarle el garrote al ciego(a) y evitar que la careta de crítico y autocríticos se nos caiga.
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