Un día 22 de mayo de 1764, con la bendición del Fortín de San Gabriel, quedó fundada la ciudad de Angostura del Orinoco, que mañana , miércoles 22 cumple 249 años. Su traslado desde Santo Tomé de Guayana había empezado el 14 de febrero de ese mismo año, bajo la responsabilidad de Don Joaquín Sabás Moreno de Mendoza quien por encargo de Don José Solano, realizó el traslado de dicha ciudad, que había sido blanco de los ataques de nativos y piratas, en sus anteriores asientos. Factores económicos, de seguridad y ambientales, privaron para que la hoy capital del Estado Bolívar, quedara erigida al margen de nuestro imponente y majestuoso río Padre, que valga decir por la desidia y el abandono, de quienes vivimos de espalda a ella y a él, languidecen paulatinamente, sin que existan políticas definidas para su preservación.
Nace con el nombre de Angostura, debido a la característica del caudaloso Orinoco, que exhibe en este punto de su largo recorrido la parte más angosta. Este espacio social, que nace producto de las políticas de la Corona Española, de generar derechos sobre el territorio del llamado nuevo mundo, sería 53 años después cuna de la consolidación de la independencia americana, porque el 15 de octubre de 1817, víspera del fusilamiento del genio militar, General en Jefe Manuel Carlos Piar, el Libertador Simón Bolívar, la incorpora como la Octava Provincia de Venezuela. El 27 de Junio de 1818, Ciudad Bolívar pare el Correo del Orinoco, que a lo largo de cuatro años sería el vocero patriota para desmontar la matriz de desinformación de la Gaceta de Caracas, que era el periódico oficial de los realistas. El 15 de febrero de 1819, nuevamente la Angostura, odalisca vigilada por el Sultán de Guayana, acuna en su regazo al genio de América, Simón Bolívar, para que pronunciara la pieza oratoria más hermosa y profunda de su vida, que nos legó como texto marco para la creación de una patria libre, soberana, revolucionaria y socialista como la que estamos construyendo hoy, gracias a la gesta del Comandante Eterno Hugo Rafael Chávez Frías, que recogió los morrales, de Guaicaipuro, José Leonardo Chirinos, de Francisco Pirela, de Gual y España, de Miranda, de Bolívar, Cipriano Castro y Zamora, para junto a su pensamiento creador, fusionarlos y plasmar el socialismo indoamericano, el socialismo del Siglo XXI, que abraza hoy las praderas de los pueblos del mundo que lucha por su libertad.
Con el pasar del tiempo la vieja Angostura siguió siendo escenario de batallas libertarias, pero con tan mala suerte que a cambio de su heroísmo, su resistencia y su importancia para la humanidad, no ha sido valorada como tal, exceptuando, los dos períodos de gobierno de la Causa Radical, cuando esa organización sustentaba su esencia filosófica en el pensamiento del profesor Alfredo Maneiro, fundador de ese intento por refundar la república, que luego sería traicionado por las ambiciones personales de los oportunistas y reducido a cenizas.
Desde entonces la vetusta Angostura, con su carga histórica, los rasgos de su belleza arquitectónica que han sobrevivido a los ataques despiadados de la rapiña capitalista, mira pasar el tiempo frente a la indiferencia de sus hijos propios y adoptivos, que pareciera que nos hacemos los sordos, mudos y ciegos ante el clamor de la historia en defensa de la ciudad cumpleañera y el majestuoso Orinoco, que corren la misma suerte de vernos vivir a espaldas de ellos, sin importarnos la tristeza y el dolor que les joroba, producto del maltrato y abandono.
Es inconcebible, que al cumplir 249 años, la capital del Estado Bolívar, su tarjeta de presentación que es el Paseo Orinoco, presente un aspecto desvencijado, deprimente, lleno de huecos. La calle Venezuela y sus aledaños, parte del casco histórico, un asqueroso bosque de rancherías, donde se vende toda clase de cosas y donde el peatón tiene que desafiar a los conductores y sus veloces naves, porque los espacios han sido privatizados por los abusadores, que con el cuento del derecho a ganarse la vida, impunemente conculcan a la ciudadanía los derechos: al libre tránsito, a la salud mental y ambiental, al disfrute de los espacios urbanos, a la tranquilidad, libre de ofensas y de abusos por parte de quienes han secuestrado esos espacios ante la vista gorda del gobierno local y demás autoridades.
Las calles de la ciudad tanto en el viejo casco como en la parte nueva son gargantillas de huecos y aguas malolientes. En el Paseo Orinoco, cerca de la base fluvial de la Armada Nacional Bolivariana, un colector de aguas servidas, que por años, descarga las excretas en el río Padre, como premio a los beneficios que nos brinda, recibe al visitante con sus “nauseabundo perfume” que le voltea el estómago al mas antiparabólico. Desde nuestra trinchera con el mas profundo sentimiento ambientalista y amante de la historia, no nos queda de otra que decir a nuestra ciudad: Feliz cumpleaños histórica y maltratada Angostura.