Acudo todos los días a la Biblioteca Central Temístocles Maza de Barcelona. Esta visita me permite abandonar la soledad de mi apartamento en la nueva Barcelona, seguir un plan de lectura que me hago y finalmente a la hora de retirarme a mi apartamento, tomo un tiempo para agregarme a un grupo de amigos que frecuentan un cafetín de boulevard y ahí aprovecho para gozar de las ocurrencias de muchos camaradas y es casi seguro, que me encuentro siempre con un reporte de la gestión en la gobernación.
Cuando llegue al punto de los amigos, el tema de discusión era sobre unos tales morochos que le descubrieron a Tarek William, que él no reconoció y que Aristóbulo tiene previsto reconocer o ya ha reconocido. Me intrigó el tema de los morochos de Tarek William Saab y le puse interés para enterarme de los detalles de estos “morochos” que Tarek William no había reconocido y decidido abandonar.
No era como suponía. No era que Tarek William Saab en una aventura amorosa había dejado unos morochitos en la calle sin reconocer. Nada que ver con una posible canita al aíre suelta por ahí por el ex gobernador de Anzoátegui. Es, según fui registrando en mi libreta un acto de corrupción que se mantuvo durante mucho tiempo que se detecto y Tarek procedió a resolver. Más de 150 empleados y empleadas, según la información que registré, tuvieron la feliz idea de inventarse unos morochos para optar de una manera indebida y corrupta a un importante bono y tener mensualmente una prima por ese concepto.
Estos morochos que nunca existieron realmente, contaron con la complicidad de una prefectura que certificaba todas las partidas de nacimiento. Todos los morochos fueron presentados en una misma parroquia rural del municipio Bolívar y había un gestor en la dirección de recursos humanos que procesaba estas primas y por ello recibía una cuota del bono de unos cuantos miles. Hubo morochos, padres y madres de morochos que tenían hasta tres años cobrando sus primas pero fue detectado el asunto y los morocheros y morocheras fueron despedidos y despedidas.
Parecía sensato porque era un acto de inmoral, falta de ética y un caso de corrupción. Tarek William Saab actúo bien pero posiblemente el jefe de personal no hizo todo correctamente.
Lo cierto es, que ahora el camarada Aristóbulo Istúriz ha comenzado el proceso de reconocer a estos morocheros y morocheras y comienza el proceso de reenganche. ¿Está debidamente informado Aristóbulo de esta medida que está en curso en la Dirección de Personal? ¿Está de acuerdo con esta grosería de invento? ¿Cómo es que una cosa tan grosera como esta, se esté permitiendo y cómo es que una insectoría de trabajo bajo algún artilugio legal, esté dándole curso a esta medida o esté interviniendo para que a su vez, Aristóbulo reconozca una grosería como esta?
Esto, según oía, es un hecho de relajo que contribuye a una total desmoralización porque los trabajadores y trabajadoras decentes de la gobernación, valoran ahora; el sentido que tiene ser honesto. Para agregarle más leña a esta inmoralidad y acto de corrupción; la situación está siendo apadrinada por un dirigente sindical de nombre Huberto, que no ha apadrinado el reclamo de las deudas pendientes por la gobernación. Ahora, hay que pagarle sueldos caídos y bonos a toda esta cantidad de empleados y empleadas morocheras y la deuda con el personal que trabaja decentemente, continúa pendiente.
Por supuesto, si hay algún funcionario o funcionaria involucrado sin justificación en esto, debe ser revisada alguna particularidad, pero los morocheros y morocheras de la gobernación huelen mal y Aristóbulo no debe proceder a validar esta inmoralidad.
Dominguezclaudio15@gmail.com
@ClaudioElcuaco