En el sector 5, Los Próceres, de Brisas del Mar, Barcelona, el exdiputado de la Causa R, devenido en empresario tan pronto cesó en sus funciones parlamentarias, se presentó a refaccionar una cancha deportiva. A la mañana siguiente, tal como se estila, por lo menos que yo sepa en Barcelona, uno de los "bravos" del barrio amenazó la esposa de Víctor: Mire doña yo sé dónde vives y cuántos hijos tienes. Si tu esposo no se come la luz va a trabajar tranquilo y podrá terminar la cancha.
Comerse la luz, en este caso, es no acatar las condiciones que impone el hampa cada vez que se inicia una construcción en la barriadas y en cualquier parte de la ciudad, que consiste en darles ajuro unos ocho sobres de paga todas las semanas a chamos que cobran sin trabajar. Dé pasodoble el empresario tiene que pagar aparte su respectiva vacuna ( cantidad de dinero para poder construir la obra). Eso ocurre y lo saben todos los cuerpos de seguridad.
Víctor, que se crio en un barrio, que toltain ha sido un guerrero, que nunca en la vida ha arrugado, entrompó al joven que amenazó a su señora y le dijo palabras más palabras menos: Mire caballero. Yo soy tan cuatriboleado como tú y no le tengo miedo a la muerte. Y quiero morir en combate no en una cama presa de un cáncer, de una tuberculosis. Tú te metes con mi esposa y con mis hijos y yo voy y le meto dos granadas fragmentarias a tu casa en la noche y acabo con toda tu familia y con tu casa y después voy por ti y te coso a puñaladas porque explotar a una persona como tú, de tu catadura, que amenaza a una dama no merece morir si no a puñaladas. No soy ningún burócrata ni ningún potentado. Soy una persona de barrio como tú y cómo todos los que viven en este barrio. Yo vengo de abajo como tú y vine al barrio a trabajar. Tengo mi equipo de trabajo, mi caporal y mi maestro de obra. Si ustedes quieren participar de la obra, okey yo los acepto pero tienen que trabajar para ganarse dignamente su salario. Tú y tu grupo no me van a extorsionar ni me van a aplicar una. Y hoy comienzo la refacción de la cancha, que es tu cancha y la cancha de tus hermanos y de tus hijos cuando vengan. Y tráeme los chamos que le van echar bolas al trabajo. El chamo entendió el mensaje. Le dio la mano a Víctor y le dijo ¡si va!
Los muchachos se incorporaron al trabajo y se fajan como los buenos de Petaquiere. Américo, me contó Víctor, esos muchachos son unos trabajadores excelentes. Lo hacen con devoción y con ganas No piden ni dan cuartel. Son educados y caballerosos. Eso sí, tienes que pagarle su dinero a tiempo, como debe ser, por nada del mundo te puede comer esa luz. La violencia surge porque se violan los acuerdos. En este mundo no hay documentos. Todos los acuerdos son de palabra, de pactos de caballeros. Cómo será que uno de ellos me prestó 500 bolívares y al otro día se los pague.
Víctor habla con emoción y respeto de los chamos. Cuándo uno entra en más contacto con ellos se da cuenta que son unos muchachos buenos, sanos, si se quiere ingenuos. Un día ellos montaron un sancocho de costilla. Yo colaboré con las costillas y los aliños y ellos montaron la olla. Fue una actividad bien bonita. Cuando comenzaron a trabajar cambiaron. De agresivos y violentos se convirtieron en personas agradables, que echan broma cuando están fajados con el trabajo. Cómo será que uno de ellos me dijo el otro día que querían montar su propia empresa, que los ayudara.
-A mí nunca se me ha perdido material ni herramientas en la obra. El otro día me sobró arena y cemento y le dije a los chamos que los repartieran entre los vecinos que necesitaran ese material, y así lo hicieron.
-La mayoría de las veces, dijo Víctor, los empresarios explotan a esos muchachos y les pagan salarios de hambre y no cumplen con los beneficios contractuales y los empresarios obtienen grandes ganancias, y eso lo saben esos chamos y por eso se engorilan.
Contó Víctor también que él, su equipo de trabajo y los chamos del barrio todas las semanas realizan Mesas d trabajo. Allí evalúan, organizan las sesiones de trabajo, evalúan el rendimiento laboral, a los que les gusta amarrar" la perra. Y todo en sana paz.
Para aplicar el Plan de La Patria no hace falta tanta Academia. En el combate de la delincuencia puede más el trabajo de calle que Platón. Hay que ir al barrio a echarle bolas con los chamos, como hizo Víctor Guacarán en uno de barrios atrinca de Barcelona.
TINTERO
Es importante destacar que en el trabajo social desplegado por Víctor Guacarán priva mucho la reunión que sostuvo el nuevo alcalde de Barcelona, Guillermo Martínez, con los Consejos Comunales de ese sector, reunión en los que les dijo de manera contundente, que quien se metiera con los contratistas lo iban a tener a él de frente. No voy a tolerar que por culpa de algunos desadaptados no dejen trabajar a los contratistas. Sí lo hacen las van a pasar muy mal con la Justicia.