En mi más reciente viaje a San Cristóbal, estado Táchira, quedé francamente contrariado al ver, con estos ojos que se los han de comer los gusanos, un monumento altamente ofensivo a la humanidad.
A lo largo de la avenida que conecta a San Cristóbal con Táriba se levanta un inmenso mural donde se observan las bellas montañas que rodean a San Cristóbal.
No obstante, este lindo paisaje se ve interrumpido por figuras humanas que, en forma de relieve, sobresalen del mural.
Así observamos a un conquistador español (presumiblemente Juan de Maldonado, fundador de San Cristóbal), quien, montado en un brioso caballo negro, porta en su mano derecha una afilada espada.
El conquistador en cuestión aparece apuntando su espada de manera agresiva a dos indefensos indígenas quienes atemorizados y resignados se limitan a esperar el cuchillazo de parte del español.
A pesar de lo repulsivo que resulta ver este monumento, nadie en San Cristóbal parece tan siquiera conmoverse de tal atrocidad. Por lo menos a las personas que les pregunté afirmaron no darle importancia, o peor aún, expresaron satisfacción de ver a diario un monumento “tan bonito” como éste.
¿Cómo reaccionaríamos si en pleno centro de Berlín se erigiera una estatua de Hitler aniquilando a judíos? ¿O si en una calle de Kigali (capital de Rwanda) se apreciara la imagen de un hutu acuchillando a un tutsi? ¿O en Tel Aviv la réplica de un tanque israelí arrasando un asentamiento palestino?
Pues igual de escalofriante resulta ver a este conquistador a punto de matar a dos indígenas.
En primer lugar mi llamado es al alcalde de San Cristóbal, y antiguo mediocampista del Deportivo Táchira y de la Vinotinto, William Méndez, para que junto al gobernador del estado Táchira, Ronald Blanco, hagan algo por evitar la exaltación de un acto genocida como éste.
De igual forma, el pueblo de San Cristóbal debe protestar y exigir que se sustituya este símbolo por otro menos vergonzoso.
Que conste, la idea no es repetir los actos vandálicos ocurridos en Caracas el 12 de octubre de 2004, cuando cientos de airados manifestantes destruyeron la estatua de Colón, cerca de Plaza Venezuela. Se trata de canalizar esta acción por la vía legal.
Si bien es cierto que el monumento de San Cristóbal refleja una realidad histórica, no es menos cierto que nuestra labor como ciudadanos concientes debe ser evitar que estos símbolos sirvan de ejemplo a seguir por los ciudadanos y ciudadanas de determinada comunidad.