Hoy la Villa de San Cristóbal, que es como en realidad se llama la ciudad capital del Estado Táchira, está de cumpleaños, ya son 455 los que han pasado desde su fundación atribuida al conquistador y colonizador Juan de Maldonado cuando en verdad fue una acción colectiva en la que los indígenas de la época participaron de manera especial.
Por muchos años nuestra ciudad fue llamada " la ciudad de la cordialidad" hasta que, con el devenir de la "democracia", se fue desdibujando ese concepto y especie de categoría cultural que nos distinguía del resto de las capitales, para convertirse en lo que es hoy, una ciudad caótica, anarquizada, sin nadie que la dirija ni se duela, de su cada vez más rápido y creciente deterioro en sus estructuras urbanas con calles y avenidas casi que intransitables, alumbrado público pésimo, una especie de neurosis colectiva y el afán de una gente por figurar como los más valientes, como los más "arrechos", así se autodenominan, causando zozobra permanente, destrucción, desolación y muerte y convirtiendo la Villa en el epicentro de toda clase de delitos contra la vida, propiedades y la implementación destacada y casi que perfecta de la guerra económica que agobia a las familias de nuestra tierra chica.
De la fama de cordial que en un tiempo tuvimos hemos pasado a tener fama de violentos, de puente de paramilitares que con sus prácticas sicariales, con frecuencia enlutan a familias tachirenses y son agentes del miedo y del terror que como pudimos comprobar, en la época dolorosa de las llamadas guarimbas, sirvieron de escuela para alimentar movimientos como Voluntad Popular y Vente que se han convertido en los sector más perversos de una ultraderecha irracional y que han contaminado la lucha política hasta el punto de desnaturalizar lo que en verdad debe ser la democracia.
Lamentablemente y tal vez como para que pasemos por esas dolorosas experiencias, a ver si algún día se impone la rectificación, han logrado incomprensiblemente el respaldo de la mayoría, lo cual se ha manifestado en las dos últimas elecciones para elegir alcalde y diputados a la Asamblea Nacional, en las cuales sin sopesar las consecuencias le dieron el voto a personajes con prontuario que como en el caso de la Alcaldesa han llevado a la ciudad al peor estado de deterioro y abandono que se conozca en toda su historia y con unos diputados grises, sin amor por esta tierra, desconocedores de nuestra idiosincrasia, como es el caso de los de Voluntad Popular que fueron importados a sabiendas de que aquí existía un capital de votos inconscientes que estaban tan cargados de odio que bien hubiesen entregado su voto al mismísimo Satanás.
Con una Alcaldesa que ni siquiera vive en la ciudad, pues la mayor parte del tiempo la pasa en Caracas, con unos diputados para quienes lo más importante es accionar todos los mecanismos que permitan mantener la violencia como mecanismo de lucha, apoyados desde fuera de manera expedita por la proximidad de Colombia donde los reductos del paramilitarismo y del narcotráfico están prestos para venderse al mejor postor, no solo a la Capital San Cristóbal sino al Táchira todo, lo que se le vislumbra para el futuro, no son otra cosa que negros nubarrones que lo que vendrán es a desaparecer hasta el recuerdo de lo que un día fue una ciudad maravillosa, con gente cristiana, con principios y tradiciones religiosas, solidaria con sus semejantes, incapaz de levantar la mano para matar, incendiar y destruir y para ser tomada como sede de personas que incluso sirven para viajar a la Capital del país a llevar el terror en el que aquí han sido formados.-
Es doloroso tener que admitir esta realidad, pero hay que entender que estas son circunstancias por las que, buscando el lado positivo de la situación, han de servir como han servido todas la crisis, para que quienes aquí habitamos y nos vemos obligados a padecer las consecuencias de las acciones de gente sin escrúpulos, esperemos mejores vientos que nos traigan paz y nos devuelvan una ciudad que ha sido secuestrada por un grupo de disociados, hasta el punto de haber desaparecido un cumulo de valores positivos que nos distinguían como pueblo, para sustituirlos por los antivalores que lamentablemente hoy se han apoderado de nuestra querida ciudad cumpleañera.-