Zulia, estado mártir

Uno viaja por Venezuela, y si bien por todas partes se observan las heridas y cicatrices de un país golpeado y maltratado sin misericordia, nada es comparable con la situación del Zulia, que parece tierra arrasada, como si acabara de salir de una guerra o hubiera sido devastada por un huracán, un tsunami o un terremoto. Aquí, en el Zulia, nada funciona. Sé de muchos barrios que llevan años sin recibir ni una gota de agua, que deben comprar a precios especulativos a los camiones cisternas. Yo mismo ya me he acostumbrado a bañarme con medio tobo de agua y a recoger esa misma agua en una ponchera para luego echarla a la poceta con la pretensión de que se lleve la suciedad, aunque persistan los olores. Nos siguen quitando la electricidad, a pesar de que el Gobernador ha anunciado repetidas veces que el problema está ya resuelto. Pareciera que sus anuncios sólo sirvieran para agravar la situación. Recuerdo que cuando el periódico Panorama salía a la calle en papel, era frecuente ver páginas y páginas con anuncios de la gobernación indicando la solución del problema. Por lo menos, desde hace un tiempo, ya abandonaron las excusas de culpar a iguanas, zamuros o al imperio y sus ataques cibernéticos. Pareciera, aunque no se atreven a reconocerlo, que al dejar de culpar a otros, están asumiendo su responsabilidad y reconociendo su impericia y su incompetencia. Yo llevo ya muchas noches sin poder dormir apropiadamente pues nos quitan la luz desde las ocho de la noche hasta las dos o tres de la madrugada. Paso la noche sudando y me ha brotado un salpullido en todo el cuerpo. Además, los bajones y apagones durante el día siguen abundando e incluso son cada día más frecuentes. Los bajones me dañaron dos unidades de aire acondicionado que no he logrado reparar.

Si bien en la mayoría de los estados ya no existen casi colas para echar gasolina, en el Zulia siguen siendo kilométricas, que uno debe aguantar bajo un sol asfixiante. La situación de la Universidad, da ganas de llorar, y por supuesto, los profesores han quedado a la intemperie pues ninguna clínica reconoce el seguro de la Universidad. En cuanto al transporte público, sigue la ignominia de camiones de ganado y chirrincheras, expresión de la indignidad con que se nos obliga a sobrevivir. De la especulación y escalada de los precios, mejor no hablar, pues en eso sí estamos equiparados con los demás estados.

Y uno no puede menos de preguntarse: ¿por qué tanto maltrato al Zulia? ¿Qué ha hecho el Zulia sino desangrarse para permitir en los años pasados el desarrollo de Venezuela? ¿Acaso ignoran que el Zulia no sólo ha sido el mayor estado productor de petróleo, que ha producido también carbón, y que ha surtido las mesas de Venezuela con su abundante producción de plátanos, leche, carne, quesos, huevos, pescado, frutas…? ¿Cuántos de los que hoy gobiernan Venezuela y disfrutan de una vida sin sobresaltos o carencias, pudieron estudiar en universidades públicas y ascender socialmente debido en gran parte a la generosidad del Zulia que les permitió disfrutar de toda esa serie de beneficios?

Basta ya de tanta ignominia contra el Zulia. Es hora de que se le reconozca a los zulianos sus derechos a una vida digna. Al actual Gobernador, siempre lo presentan como Economista Omar Prieto, pero ¿para qué está sirviendo ese título si mantiene la economía del Zulia por los suelos? Es hora de que demuestre su amor a los zulianos con políticas que resuelvan los problemas y nos devuelvan la vida. Es hora de que piense más en el Zulia y exija al gobierno central un trato justo.

 

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Antonio Pérez Esclarín

Educador. Doctor en Filosofía.

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