Las 1,3 millones de hectáreas del humedal guardan
una riqueza equiparable al petróleo: el Acuífero Guaraní, un reservorio
de agua dulce único en el mundo que ocupa 1.194.000 km2 del territorio
de Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay, pero tiene en la parte
correntina la zona más accesible. ¿Es factible la expropiación de todo
el sistema dada su importancia estratégica para la Provincia?
Los Esteros del Iberá deben ser propiedad del Estado provincial y el
uso y manejo que de ellos se haga -con fines económicos y de
conservación- también, y no a través de particulares, fundaciones o
asociaciones intermedias de ningún tipo.
Esta afirmación adquiere un tinte imperativo al considerarse que la
salud, el trabajo, la educación y el nivel de vida del millón de
correntinos que habita estas tierras pueden dar un vuelco decisivo e
histórico si las resoluciones de nuestros representantes son las
adecuadas, decisiones que podrían convertirse en una visagra en la
historia social de nuestro pueblo.
El tema tiene dos ítems bien definidos: 1.- el manejo y conservación,
es decir, cómo lograr mantener el equilibrio del sistema ecológico y al
mismo tiempo convertirlo en un negocio sustentable; y 2.- definir con
claridad meridiana, quién es el dueño del negocio. El primer punto ya
está en discusión en la Legislatura. Allí se decidirá si se puede
forestar o no, si la ganadería extensiva hace daño al sistema o no,
etc. Este ítem ya está en la consideración pública
Pero donde hay un llamativo silencio es respecto al segundo ítem: quién
es el dueño del negocio y en este aspecto, los correntinos están
llevando las de perder.
Pasaré a dar los fundamentos de estas afirmaciones.
RIQUEZAS. El sistema Iberá ocupa 1.300.000 hectáreas de la geografía
provincial. BELLEZA SIN IGUAL. Para el turismo, el humedal es un lugar
de maravillas.
UN BIEN ESCASO;NEGOCIO MULTIMILLONARIO
En el mundo hay de 1.100 a 1.500 millones de personas (un cuarto de
toda la población) que no gozan de agua potable, según la Organización
de las Naciones Unidas (ONU), que para dentro de 20 años afirma que la
demanda del recurso subirá 56%. Cada día, 2 millones de personas mueren
en algún lugar del planeta por alguna enfermedad vinculada a la
carencia de agua. De toda el agua del mundo, sólo 2,5 es potable, 37 de
los 1.400 millones de km3 que hay en la tierra. Mientras casi 20% del
agua es subterránea y menos de 1% está en la atmósfera, 80% se
concentra congelada en los polos y los glaciares, pero no es accesible.
La importancia del agua es tal que las grandes transnacionales, los
organismos multilaterales de crédito, grupos de consumidores, foros
sociales y Organizaciones No Gubernamentales (ONG) debaten
acaloradamente sobre el tema, en una disputa sobre si el agua debe ser
un bien público y un derecho humano o, como plantean las corporaciones,
un negocio, por el cual bregan empujando a la privatización de empresas
y al control del recurso y de las regiones que lo poseen. En los
últimos 15 años se sextuplicó el número de gente que en el mundo paga
por el agua. Una de las metas del milenio para reducir la pobreza, por
parte de la ONU, tiene que ver justamente con un mayor acceso al agua.
Pero las pocas multinacionales que manejan el negocio, que factura US$
1 billón al año, tarifan el servicio. UN IMPERIO EN BOTELLAS
BELLEZA SIN IGUAL. Para el turismo, el humedal es un lugar de maravillas.
* La industria del agua mueve anualmente unos 800 mil millones al año y
por ahora apenas maneja el 5% del agua dulce del mundo. El
gerenciamiento de las aguas y el embotellamiento del líquido son las
dos variables del imperio.
* La industria del embotellamiento supera en ganancias a la industria
farmacéutica. En Estados Unidos el galón de agua potable embotellada
supera en precio al galón de petróleo.
* Hoy hay 300 millones de personas en el mundo que pagan por agua: a principios de los 90 eran 50 millones.
* De los 6.250 millones de habitantes del mundo, unos 1.100 millones no
tienen acceso al agua potable y más del doble vive sin condiciones
sanitarias dignas.
* Algunas estimaciones dicen que para 2050, la demanda de agua será un 56% mayor que el suministro.
* Con ríos contaminados por el uso de agrotóxicos, son muchos los
países que usan aguas subterráneas para dotar a sus poblaciones.
* El Acuífero Guaraní tiene 1.194.000 km2 y supera en tamaño a España,
Francia y Portugal juntas. Con un racionamiento adecuado, podría
abastecer diariamente a 720 millones de personas.
* América, con el 12% de la población mundial tiene el 47% de las reservas de agua potable del mundo.
EL ACUIFERO GUARANI, COMO ACTUA
La cuestión no es construir fantasmas donde alcanzan las realidades. Es
cierto que sobre el Acuífero Guaraní se han armado todo tipo de
conspiraciones. Pero la motivación es la enorme riqueza de agua
potable, fresca y renovable que yace en ese océano subterráneo, aun más
valiosa frente a escenarios de escasez mundial. No pueden sorprender
los temores en un presente planetario trastocado a extremo tal que se
acepta que el derecho internacional pierda posiciones frente a nociones
de guerras preventivas y conflictos armados sólo con argumentos que
conocen sus autores y desmienten las realidades más sencillas. Pero
fuera de esta preocupación, surge como un valor la observación con una
mirada nueva de estos recursos hasta ahora ignorados. No se trata sólo
de estar alertas. Sino también de preservarlos, evitar su contaminación
y actuar con la rara seriedad de países que se preocupan por su
destino.
Un acuífero no es un mar subterráneo, sino roca empapada en agua, ya en
sus poros, entre los granos minerales o por sus fisuras. La explotación
está basada en los pozos, que sólo tienen influencia en una dimensión
espacial limitada. No es posible extraer toda el agua desde un
gigantesco pozo. En caso de una sobreexplotación, se producirá una
merma en la cantidad que produce ese pozo porque el nivel bajará y se
secará. Con el tiempo, el agua podría volver a su nivel anterior. La
mayor parte del Guaraní está en un área tropical, con una capacidad muy
intensa de recarga.
Situado en una de las mayores reservas subterráneas del mundo, el
acuífero está en una zona estratégica, la Triple Frontera, y lo
comparten Brasil, Argentina, Paraguay y Uruguay, es decir, en un
espacio compartido por cuatro países. El 70% le corresponde a Brasil,
el 19% a la Argentina; el 6% a Paraguay y el 5% restante a Uruguay.
Hasta la fecha, de todos modos, se desconoce su alcance total, al punto
que se ignora cuál es el extremo occidental de la reserva en Paraguay y
la Argentina, donde estiman que llega más allá de la laguna de Mar
Chiquita. También son estimaciones las que entienden que el Guaraní
podría llegar, por el Sur, hasta los grandes lagos cordilleranos
argentinos. Sus dimensiones son fabulosas: Con un volumen de 55 mil
kilómetros cúbicos (cada kilómetro cúbico equivale a un billón de
litros de agua), y con una explotación adecuada, podría abastecer a
unas 720 millones de personas con una dotación diaria de 300 litros por
habitante. Hoy suena casi a una película de ciencia ficción.
EL IMPERATIVO ES EXPROPIAR
Expropiar significa desposeer a uno de su propiedad en forma legal y
por motivos de utilidad pública. El Iberá estuvo en manos privadas
desde el siglo XIX. Hay mapas que enseñan los nombres de los dueños de
esa parte del territorio correntino. ¿Puede esto seguir así? No. El
agua de ese lugar tiene un valor de mercado, su venta vale millones de
euros y dólares, imprescindibles para nuestro crecimiento y desarrollo.
Con ese dinero el nivel de vida de nuestro pueblo se elevaría de
inmediato. Si el gerenciamiento de esa riqueza está en manos del Estado
correntino y la riqueza originada en la misma -vía erario público- se
desparrama e invierte en industrialización, trabajo, salud, educación
de cada correntino, la Provincia puede hacer realidad ese sueño. Si
sumamos a esto la riqueza agrícola-ganadera y la situación
geoestratégica de la Provincia, Corrientes puede ser potencia. Pero
primero hay que expropiar todo, sea quien sea el propietario, argentino
o extranjero, con el agregado que la expropiación fue un concepto
jurídico que acompañó permanentemente el proceso histórico correntino
ya que no hay pueblo o ciudad que no haya marcado sus ejidos sin previa
expropiación de terrenos.
He realizado varios trabajos de historia. Esa tarea me puso en contacto
con titulares del Poder Ejecutivo provincial de los últimos 40 años, en
forma casi permanente. Y una de las preguntas fue siempre reiterativa:
¿Por qué no se industrializa Corrientes? Y la respuesta siempre es la
misma: Por el manejo centralizado de Buenos Aires y la falta de
financiación. Hoy, ambas cosas pueden ser resueltas: el Iberá y sus
recursos son la solución. Incluso, y vale la pena decirlo, algunos de
los entrevistados llegaron a afirmar: "El gobernador Arturo Colombi
chocará con esa misma pared". Es probable que el destino cambie a
partir de ahora, ya que el primer mandatario actual cuenta hoy con el
apoyo del pueblo y los recursos del Iberá para cambiar el destino. Con
capacidad, sensibilidad y audacia, él puede cambiar esta secular
historia de pobreza de nuestro pueblo.
El agua del Iberá ya se está vendiendo; el acuífero, al tener
afloramientos en distintos territorios con soberanías nacionales
diversas (es el mismo pozo), implica que el agua que aflora en el Iberá
está siendo extraída ya. Se sabe que Brasil vende esa agua a Arabia
Saudita. No sabemos qué está pasando en el Paraguay, pero sí sabemos
que haciendo un pozo en un lugar adecuado de esa nación se tiene acceso
a la misma agua que aflora en el Iberá. Ya hay otros vendiendo y
comercializando nuestra agua. No podemos estar ausentes del negocio, ni
siquiera esquivarlo; pero éste no puede estar en manos de particulares,
fundaciones y menos de extranjeros. No se trata de ser xenófobos. Se
trata de ser prácticos, incluso de imitar a quienes hicieron esa gran
nación que es Estados Unidos. Seamos emprendedores, dueños de nuestro
destino, audaces. Actuemos con objetivos claros, con la verdad, no con
ideologías.
La respuesta a la pregunta de por qué tuvieron la necesidad de comprar
las tierras del Iberá es sencilla: si se quiere tener el control del
negocio, se debe tener el control de sus afloramientos, en Brasil,
Paraguay y Argentina. Si por esas cosas aquí no me permiten explotarla,
pues bien, no lo haré; utilizaré los afloramientos en los otros países.
Esta es la única explicación que encuentro a la necesidad que tuvieron
los organismos de crédito internacionales de invertir dinero en campos
nuestros, en apropiarse de los mismos. El escenario que encontraron no
pudo ser mejor: dueños de tierras ajenos y desapegados a lo suyo, bajo
precio internacional de los terrenos, desconocimiento y desinterés de
lo que es nuestro, baja o nula capacidad empresarial local. ¿O acaso no
era factible, si el interés era sólo el conservar la riqueza ecológica,
que depositen esa tarea en nosotros, que éramos los únicos
propietarios? Al fin y al cabo, no somos simios, sino humanos con por
lo menos igual capacidad intelectual que el extranjero.
Está fuera de toda discusión el manejo sustentable del Iberá. El pozo
no debe secarse ni el sistema perder su equilibrio, y hay que
comercializar igual o menor cantidad de agua que la que se repone
naturalmente. Pero el agua que se comercializa, el excedente, debe ser
nuestra y el dinero, todo el dinero, debe venir a nuestras manos, a
nuestros bancos, para que de allí sea invertido en nuestra gente. No
hay que tener dudas que si la historia fuera al revés, es decir, que un
argentino pretenda adueñarse y gerenciar una riqueza de esta magnitud
en un país extranjero, sería expulsado de inmediato.
Expropiar es el verbo. Y si alguien quiere volcar a la discusión
ideología extraña, hay que puntualizar que la propia clase política lo
utiliza actualmente y casi a diario: ¿Es que no hay necesidad de
expropiar los terrenos de pequeños propietarios que cortan la
construcción de la Costanera Sur en esta ciudad? ¿Por qué utilizar este
mecanismo con el lugareño -algunos de ellos muy humildes- y no con los
propietarios de los terrenos del Iberá? Criticar la idea de la
expropiación sería, por lo menos, hipócrita.
Dejando de lado toda suspicacia, ya que ese no es el tema de esta nota,
cabe subrayar que los sucesos políticos de 1999 dejaron una enseñanza
básica: el pueblo en las calles cambia la historia. Hay veces que es
necesario que nuestros representantes sientan la presencia del pueblo
en sus cercanías. Esta es una situación que merece esa atención.
Sindicatos, asociaciones no gubernamentales, particulares,
trabajadores, periodistas de todos los medios de comunicación deben
salir a cambiar esta historia que promete ser negativa para Corrientes.
El motivo: la salud, educación, trabajo de sus hijos y de ellos mismos,
están en juego, ya que el negocio del Iberá en manos nuestras significa
una mejor calidad de vida para todos. Que no ocurra en Corrientes lo
que ha sucedido en los países productores de petróleo de Africa y Asia:
el dinero quedó y queda en manos del extranjero y de una minoría
indígena y oligárquica, mientras que el pueblo agoniza y muere en la
pobreza.
La propiedad y el manejo del Iberá debe estar en manos del Estado
El autor advierte sobre la dilapidación de riquezas sin igual en caso
de que los esteros sigan en manos extranjeras. Propone que sean los
correntinos los únicos beneficiarios de esos recursos.